VI

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Era aquella una mañana hermosa; el sol resplandecía, las aves cantaban y el fresco olor a rocío invadía el ambiente.

Cassandra empacaba sus cosas sonriendo por tan agradable atmósfera, pero también sonreía al pensar que una mañana tan hermosa como esta dejaría encantado a Varian.
No se había dado cuenta aún, pero el ver al chico feliz la hacía feliz a ella también; ciertamente le había tomado mucho cariño en tan pocos días.

Volteó a verlo y en lugar de ver a un niño alegre y entusiasmado, encontró a un chico algo melancólico sentado en una roca pateando unas pequeñas piedras en el suelo. Preocupada por su pequeño amigo, se acercó a él:

-Varian ¿Te sientes bien?-

Él dio un pequeño salto y rápidamente respondió de forma nerviosa:

-Si, si, claro ¿Por qué no habría de estarlo?- fingió una sonrisa.

Ella no iba a caer tan fácilmente, era bastante obvio que algo le estaba inquietando.

-¿En serio?- cuestionó tratando de que la pregunta no sonara tosca.

-Sip- respondió el chico sin dejar de sonreír.

Cassandra lo observó un momento y Varian sólo intensificó su sonrisa.

Antes de que ella pudiera decir algo más, el movimiento de algo entre los arbustos hizo mover a Cassandra delante de Varian sacando su espada y cubriéndolo protectivamente con el brazo.

-¡Quedate detrás de mi Varian!-

Todo para revelar a un pequeño mapache con una bolsa en su hocico.

-Cass, tranquila, es sólo un mapache-

-Oh. Cierto- se disculpó la chica avergonzada bajando su espada mientras Varian se acercaba a la criatura.

-Ey, no te asustes, Cassandra no te hará daño-

Trató de tocarlo pero éste retrocedió. Luego notó la bolsa en su hocico; había leído que animales como estos tendían a robar cosas. El animal echó a correr y Varian salió tras él.

-¡Ey! ¡Espera!-

Siguió al mapache hasta girar una esquina para encontrar que alguien más ya había atrapado a la criatura.

-¡Ja! Al fin te atrapamos pequeño rufián- una niña con cabello negro y rasgos asiáticos tenía al animal en sus brazos mientras que otra con cabello pelirrojo le quitaba la bolsa. Luego voltearon a ver a Varian.

-¿Y quién se supone que eres tú?- preguntó la pelinegra agresivamente.

Varian retrocedió instintivamente chocando de espaldas con Cassandra, quien lo había seguido.

-¿Tienes algún problema con él niña?- cuestionó igual de agresiva.

-Cass...- la miró el chico con ojos suplicantes y ella bajo un poco la guardia pero aún mirando a la niña con rencor.

-Eh... ¡Hola! Yo soy Varian y ella es Cassandra- saludó tímidamente pero tratando de ser amistoso -¿Y ustedes son...?-

La pelirroja sonrió e iba a contestar cuando la otra lo hizo por ella.

-Eso no te incumbe "copetito"-

Cassandra ahogó una risita ante este comentario.

-Bueno, "copetito", no podemos quedarnos a charlar, hacer amistades o lo que sea que quieras, así que...- la niña dejó de hablar en cuanto escuchó un grito y varias pisadas de gente corriendo.

De entre el follaje de los árboles salió un hombre bastante feo, con un parche en uno de sus ojos. Alguien que ya habían conocido antes.

Anthony el Comadreja.

La otra versión de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora