El recuerdo de Orion

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Desde que había despertado de aquella fiebre con Lyra a su lado, tomandole la mano, no había dejado de pensar en ella. Aquella jovencita le importaba mas de lo que cualquiera lo había hecho y es que en el fondo, ver esos ojos grises en aquel hermoso rostro le recordó significativamente a Walburga y en como había terminado perdidamente enamorado de ella.

Su anhelo mas secreto era que Walburga algún dia sintiese lo mismo que él, que le regalara una de sus hermosas sonrisas y que esta fuese unicamente para él, que fuese su dueño. Orión habia expresado su deseo, luego de casarse de tener una familia y al nacer Sirius, el sentimiento que creció en el era aun mas fuerte hacia su esposa, en aquel pequeño estaban sus mismos ojos grises y con el paso del tiempo se dio cuenta que incluso había heredado las mismas expresiones, pero en su lugar, su hijo mayor le dedicaba alegres expresiones de orgullo cuando él le aplaudía algún pequeño acto de sus poderes.

Quien diría que su mayor orgullo terminaría siendo su mayor decepción y la causa del corazón roto de su esposa. Walburga lo adoraba, sabía que aunque no lo expresara abiertamente amaba infinitamente a Sirius. Dejaba que muy pocas personas le cargaran y se molestaba si alguien le interrumpía cuando le acunaba en sus brazos. Se dio cuenta que su esposa rodaba sus ojos cuando su padre le decía el gran futuro que esperaba para su nieto y como debía dejar que los elfos se encargaran de cuidar de él, que ella no sabria de las necesidades de un niño.

Sabía que cuando la casa quedaba sola y Walburga pensaba que estaba lo suficientemente ocupado en su despacho, bajaba la cuna de Sirius y la dejaba al lado del piano mientras ella tocaba alguna melodía suave y le cantaba canciones con una hermosa voz que solo se podía dar el lujo de escuchar esas veces en secreto.

Aunque mantuviera su aspecto sobrio, le divertía la manera de Walburga de tentar la paciencia de sus dos hijos, les hacía pequeñas travesuras y luego les miraba con aquellos ojos arrogantes y llenos de seriedad, como si ella no tuviese la culpa y les dejaba discutir entre si.

Pensó en la primera vez que ambos habian tenido una conversación lo suficientemente larga y en la cual se dio cuenta que sería su total perdición. Era una pequeña fiesta que habían dado para Cygnus. Aunque estaban en la misma casa, él y Walburga se llevaban dos años, aunque según Alphard parecían diez años por la frialdad con la que se trataban.  Subió las escaleras para ir a uno de los baños y escuchó como una voz resaltaba sobre las demás.

- ...no me interesa lo que tengas que decir Walburga Cedrella, harás lo que se te dice y ya - dijo la voz con fuerza mientras golpeaba la mesa - Cygnus se casará el próximo año, esperemos que los Fawley acepten que Alphard sea quien se case con Lyra, y no me gustaría que mi única hija mujer ni siquiera tenga un pretendiente.

- ¡Oh si claro padre! Porque debe ser que soy una vieja solterona - escupió con potencia la voz que reconoció como la de Walburga - ¿Por qué él?

- ¡Porque yo lo digo! Es un Black, tiene casi tu edad y estoy seguro que no hay mejor opción.

Orion sabía que estaban hablando de él, ya su padre le había dicho de aquella unión pactada, pero parecía que Walburga no estaba muy contenta.

- Orion Cantacterus Black no es mas que un idiota prepotente que cree que por estar muy bueno se tira a todas las chicas que le placen - soltó ella con furia y Orion, mientras escuchaba tras la puerta sonrió divertido, al menos ella le habia notado - solo hará que quede en ridículo. Es como si intentaras casarme con Abraxas.

- Abraxas ya está prometido y no hubiese sido una opción para ti. Solo es un cazafortunas. ¡Te hacía mas inteligente!

- Yo te hacía menos desgraciado.

Los Merodeadores - Reescribiendo el FuturoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora