14: Invitación

455 51 24
                                    

Damian Wright había dejado de hablarme después de la reunión con el grupo de teatro. Me había preguntado si estaba en mis intenciones alejarme de él y al decir que no, después de esa tarde se desvaneció.

Entendía que el decirle que no me alejaría de él por lo que mis amigos dirían no significaba que seríamos mejores amigos, pero era extraño el hecho de que aun chocando constantemente entre las clases o en el restaurante, simplemente pasara de siquiera mirarme.

Ni siquiera me dio oportunidad de devolverle su chaqueta.

Otra persona que pasaba de hablarme era Lyana quien después de hablar con Valery ésta también dejó de dirigirme la palabra.

Kian no me ha dejado sola porque aunque no le agrade la presencia de Damian Wright en mi vida, parecía entender que no era su asunto.

—Se le va a pasar —promete, chasqueando.

—No tiene derecho —respondo tan indignada como hace un minuto.

—Ella siempre va estar en uno de los extremos, nunca en el centro —murmura con decepción.

Blanco o negro. Nosotros o él. Siempre extremista.

—¿Cuál es el problema con él? —pregunto— Estoy segura de que el noventa por ciento del campus se ha drogado alguna vez...

—Lo sé, Lily, pero Wright es adicto. Y tiene ciertos amigos que lamentablemente también le dan una imagen.

—Es amigo de Nic.

—Nic tiene su mierda también, solo que la esconde mejor... —eleva una de sus espesas cejas—. Y tú lo sabes.

—Lo intuía.

—¿Por qué tanto revuelo por Wright de todas maneras? ¿Enserio su amistad importa tanto como para pelear con tus amigas?

No he peleado con ellas por él. Ni siquiera he saltado en su defensa de alguna manera en la que no sea coherente. Lyana ha enloquecido desde que hablé con él por primera vez.

—Yo no he peleado con nadie, ella es la que se ha puesto como cabra —mascullo con molestia.

—Y ya se le pasará... —repite, restándole importancia—, deja que se calme y que piense bien las cosas.

—¿Qué te dijo ella a ti? —pregunto— ¿Te contó lo que pasó esa tarde?

Rasca su cuero cabelludo con nerviosismo.

—Dijo que no podía creer que lo defendieras, que ella solo estaba intentando ser buena amiga...

—¿También pensaste en dejar de hablarme? —pregunto con tristeza.

Si Kian también llegó a pensarlo enserio me sentiré terrible.

—No, Rosie —abre sus brazos, buscando un abrazo.

Me pego a él, dejando que me rodee con sus brazos. Dudar de la amistad de Kian se siente como un pecado, él siempre ha sido mi soporte, ha estado conmigo antes de que Lyana y Valery llegaran a nuestras vidas.

Conocí a Kian en la secundaria. Ambos íbamos a una escuela privada no muy lejos de aquí.

Los días en los que Kian tenía peinado emo y no ajustaba su corbata parecían muy lejanos ahora, viendo al muchacho de la sudadera verde, rizos y lentes Ray-Ban que está a mi lado el día de hoy.

—Daría lo que fuera por verte con uniforme otra vez —me rio, dándole un amistoso empujón— ¡Jamás usabas bien la corbata!

—¡Me bajan puntos por todo! —exclama en un gruñido— ¡Odiaba sus tontas reglas!

HighDove le storie prendono vita. Scoprilo ora