Bʀᴇᴀᴋ ᴀ Lᴇɢ • Cʜᴏɪ Bᴇᴏᴍɢʏᴜ

Iɴᴛʀᴏ﹕【Eᴘɪsᴏᴅᴇ ₁】

¿Es normal pedir "una oportunidad" las veinticuatro siete reiteradas?

—Ya perdí la cuenta de todas las veces que dijo: oppa, nuestro destino es estar juntos —manifiesta Hueningkai, lo último, imitando la voz de una chica.

—Ya somos dos —articulo llevándome las manos detrás del cuello—. ¿Debería ir?

—Ve, dile que te ha hecho sufrir mucho y que ya basta, te perdió —sugiere en un hilo de voz, claramente jugando.

—Lo material se dividirá a la mitad —comparto, haciendo reír a mi amigo.

Si se comporta así ahora —siendo solo novios— no me quiero imaginar si llegásemos a ser algo más en el futuro.

—Los niños también y tú te quedarás con las cabezas —finaliza explotando en risas.

Bufo para después reincorporarme en la cómoda silla.

—Deséame suerte.

—¿Irás?

—¿Tengo otra opción? —cierro los ojos con fuerza al mismo tiempo que aprieto los labios. Como si de esa manera todo fuera a solucionarse.

Me levanto, limpiando sin razón alguna el pantalón de tela y despidiéndome de Hueningkai, camino hacia el jardín, lugar donde me dijeron que estaba.

Al poco tiempo de haber emprendido mi rumbo, puedo divisar desde mi sitio a una castaña de cabello corto que está de espaldas; es ella.

Me acerco y me siento justo detrás, juntando mi espalda con la suya.

—Iré al grano —tomo una gran bocanada de aire, sabiendo que al terminar lo que quiero decir, se va a armar un gran teatro de lágrimas y gritos—. Esta situación es difícil para ti y para mi, no quiero hacerte daño y tampoco quiero salir lastimado. —Como si eso le importara—. Entonces... terminemos definitivamente.

Terminemos. Lo dije bien; sin embargo, no escucho nada de su parte, ni siquiera un suspiro.

—Hablas bonito, pero ¿esas eran las líneas?

Volteo al escuchar tal respuesta sin pies ni cabeza y sabiendo que la voz no proviene de Sorim, encontrándome con una completa extraña.

—¿Qué dijiste? —pregunto con el ceño fruncido. ¿Cuándo pasó?

—Que esas no son las líneas, aunque me gustó mucho tu actuación.

¿Actuación? No sabe a cuánto corrió mi corazón al decir con total valentía que quería terminar. Para colmo, se lo dije a la persona incorrecta.

—No sé de qué me hablas —ladeo la cabeza—. ¿Y cuándo llegaste aquí?

—Te estaba esperando —contesta inocente—. ¿Tú vas a protagonizar a Romeo, verdad?

—¿Romeo? —Mi trasero—. Espera, estás confundida. Yo vine aquí por... otra cosa —finalizo en un susurro.

—¡Ya sé! —exclama—. ¿Quieres actuar en los tres cerditos? Porque de ser el caso —balbucea algo que no logro entender—... uno se fracturó la pierna y hace falta otro cerdo.

—¿Cerdo?

—Si no es por Romeo, entonces estás aquí por el papel del cerdo... —entrecierra los ojos—. ¿O Caperucita? Solo que para esa obra hace falta la niña, ¿aceptarías ser Caperuza?

Suelto una risa inadvertida. No está muy cuerda.

—Lo siento, pero no estoy aquí por actuar en ninguna obra. Se suponía que vine a ver a mi novia —hablo entre dientes, buscándola con la mirada.

—¿Una castaña de cabello corto?

—Así es.

—Estuvo aquí casi una hora y luego se marchó, no sin antes soltar algunos insultos.

—¿Una hora?

Asiente efusivamente. Ahora mismo de seguro anda como cabra loca por toda la escuela buscándome.

—Espera. ¿Cómo sabes que es una hora?

—Porque he estado aquí...

—¿Por cuánto tiempo? —interrumpo velozmente.

Se muerde el labio inferior, entre tanto comienza una especie de conteo con los dedos.

—Desde temprano.

—¿Esperando a Romeo? —indago con sorna.

—Bingo —chasquea los dedos, formando una sonrisa—. Ya estaba por irme cuando llegaste, por eso creí que eras tú.

Doy un largo suspiro. ¿Quién la obligó a esperar al famoso Romeo? Y si está aquí desde temprano, deben ser horas porque la jornada ya casi acaba.

—¿Cómo te llamas? —averiguo con una sonrisa amigable.

—Kang Soonkyu. ¿Y tú?

—Choi Beomgyu.

Ver su inocente y triste expresión, hace que —conociendo la causa— mi corazón se estruje un poco. Además, estoy comenzando a pensar que debería cambiar mi aburrida rutina.

—¿El casting de Romeo sigue en pie?

Como siempre, no sé adónde rayos quiero llegar. Y tampoco en qué me estoy metiendo.