Mañana

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Mañana
Miré el reloj y eran cinco de la mañana. “Muy temprano para levantarme” había pensado así que me levante a esa hora. Me gustaba quedarme dormido otra vez pero algo me despertó y tome una taza de café. Entonces fui a hacer mis diligencias cotidianas, pero mi mirada se había quedo impactada con una mujer que desde que la vi no pude imaginar un día sin su presencia. Después tomé valentía para hablarte y estabas muy hermosa tan radiante y impregnabas con tu perfume de rosas. Tu te hacías la difícil pero en tus perlas se veían tus deseos de placer y lujuria. Mi mano se deslizó hacia arriba gozando del contacto con cada parte de tu cabello. Cuando entonces me atreví a besarte y tu seguiste con el juego hasta que nuestras mentes sepan que pasará después. Noté que, de todas las mujeres eres tu la que tiene el cuerpo nas brilloso, perfecto, erótico y con un misterioso laberinto llenos de olivos. Comencé a pensar en todo los detalles de tu escultura imperial que estaba protegida por una capa de miel. Pensaba en todas las posiciones para realizar a tu lado que comenzó a excitarme todo tu ser. Mi pene comenzó a hincharse, a crecer en todas direcciones, a endurecerse. Llegó un momento en que estaba deseando que lo despertarás. Estaba enamorado del regalo que me envió Dios cuando sentía tu silueta moverse, tu seguias apoyando mi pene y tu clitoris estaba muy húmedo. Después sentí cómo tu mano trepaba lentamente por mi boca y la hacías tuya, me bajabas hasta tus senos y seguía impactado de tu cuerpo mientras yo seguía gozando del contacto con tu piel. Sabía que el destino final eran llegara hasta tu sexo. La izquierda, la derecha o ambas. Esta vez fue la derecha. Poco después sentí que mi pene comenzaba a estirarse y, al mismo tiempo, endurecerse. Me gustaría siempre empezar el día cogiendo así que mi pene lo empujé su falo en crecimiento para indicarte que jamas te dejaría de un lado tan dormida , que sabía lo que estaba sucediendo y que yo lo apruebo. continuó amasando tu teta derecha pero luego, respondiendo a mi señal, te encargaste de hacer lo propio para que mi mano palpe la izquierda. Tus pezones ya estaban duros y podía sentir cómo aumentaba la humedad de mi concha. Me separé unos centímetros de ti y tomé tu boca y la besé hasta quemarme internamente. ¡Qué sentimiento más hermoso! No pude parar de vivir cada noche la misma emoción.

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