Ilusión

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Ilusión
Por meses había postergado el inevitable encuentro que siempre pensé que era un ilusión, pero finalmente ese día llegó. Nos encontrábamos en esa enorme habitación frente a frente con mucha tensión. El lugar tenía un aspecto sobrio, inhóspito, tranquilo ,y con un ambiente que a lo lejos sólo se podían escuchar los ruidos de los insectos nocturnos, había una pequeña chimenea, una gran cama, y en la terraza un vista muy preciosa de las estrellas. Nunca nos habíamos besado, y jamás habíamos estado tan solos en un lugar como aquel magnífico día que no olvidaré. Tu con tu elocuente manera de expresarte, tu candente forma de vestir, y con tu encantadora sonrisa y sin titubeos me invitaste a sentarme en la cama, justo a tu lado con mucha seducción. Sin duda accedí a tu petición, tenerte cerca era una sensación que describiría como alucinante y única; tu energía, tu perfume, el aroma de tu monumento, el de tu respirar, todo en ti era un espectáculo que estaba presenciando en primera fila. En realidad, me trastorne un poco, hacías brotar de mi ser los más radiantes deseos, quiero que seas mia, sentir tu piel en cada centímetro de mi cuerpo, quería tocarte, besarte, acariciarte, probar lo deliciosa que eres. Ya a tu lado, mi cuerpo comenzó a relajarse, mientras tu cuidadosamente frotaba tu mano en mi boca y te acercabas lentamente; en un parpadeo sentí tus suaves y perfectoslabios tocando los míos, no me pude contener, los besé con tantas ganas, con tanta pasión que incluso si sólo eso hubiera obtenido habría valido la pena; tus besos eran carnales, lujuriosos, quería que tuviéramos ese acto que nuestros cuerpos reclamaban con cada repercusión. Poco a poco comenzaste a besarme el cuello, y entre pequeños mordiscos mi cuerpo se calentaba más, sus grandes y expertos senos iluminaban con deseo de succionarlos, como antesala para deshacerme de tu sujetador... Dos erguidos pezones reposaban bajó un bralet vino tinto de encaje que ya despojados, los contempló por un rato, y con tu mirada clavada en mi querías que los palparas, para dejarte completamente descubierta, que respondieron de inmediato a mis toque y caricias. Los apretó, besó, lamió y chupó hasta más no poder. El nivel de placer que hasta ese momento sentía era indescriptible, tu piel un lienzo para mis caricias, mi sexo era un mar de emociones, y él tuyo objeto de placer. Con mucha sutileza y besando desde tus senos hasta el ombligo, marqué el camino directo a la gloria, mi lengua insaciable se movía en círculos sobre tu clítoris que sobresalía, cada húmedo toque era un detonante para tus sentidos. Cuando sentí que no podía más decidíste que era ese momento, pedi que te acostaras, te metíste entre mis piernas, desabrochaste mi pantalón y ante mis ojos se exhibió una provocativa erección, tu boca se hizo agua, humedecíste tus labios con tu lengua y sin más preámbulos seguias con aspirar de ese líquido que te gustaba de mi miembro, lo chupaste de todas las formas posibles, lamíste de arriba abajo, pasaste tu lengua una y otra vez por mi glande, sentías necesidad de mi sexo, tenerlo en tu boca era un manjar. Mientras me agarrabas y te hundías más en él, alcancé a percibir los movimientos que hacía con tu cadera para atragantarte y yo después de todo eso empecé con el vaivén hasta que mis deseos se acabarán.

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