Capítulo 34

2.3K 183 226
                                    

Comía mi sopa de hongos en mi habitación, creí que Jumin vendría a darme un sermón, pero no, no apareció. Elizabeth seguía a mi lado, por una extraña razón su compañía me gustaba, tal vez porque no hablaba. 

Mc: Eres la única que no dirá que lo siente. 

Nadie lo siente, nadie comprende lo que es perder a un hijo. Suspiré, desde que me enteré que lo había perdido comencé con los sueños extraños de nuevo, habían parado desde que dormía a lado de Jumin y volvieron aparecer hace unos días. 

Era el mismo, una mujer de cabello negro, largo hasta la cintura, vestida de blanco, con una niña en brazos, no sabía si ese sueño se burlaba de mi. 

Deje la comida a un lado, ya no tenía apetito, me acerque a la ventana, el pen house se encontraba en la última planta, ¿Sería una muerte rápida?, tal vez, solamente sentiría el impacto al chocar contra el suelo. 

A lo lejos se podían ver fuegos artificiales, eran hermosos, su brillo en la oscuridad me recordaba a la que una vez tuvimos con Jumin. 

Mc: No, no era luz, era una oscuridad. Ó si lo fue, pero mi corazón no lo admite. 

Mi tiempo a su lado fue lo más hermoso que pude vivir, y ahora que estoy a su lado de nuevo solo me dedico a lastimarlo y culparlo hasta por respirar. 

¿Por qué? Aunque el Doctor me dijo que podía tener cambios de humor repentinos no siento que sea así. Tal vez estoy siento inmadura, tal vez solo busco que alguien me abrace o tal vez me merezco lo que pasó. 

Mc: ¿Me preguntó si investigó quién me atropelló?. 

¿Quería yo conocer esa respuesta?, ¿regresaría mi bebé si supiera quién es?, no, es mejor dejarlo así, no enveneraré más mi corazón. 

Escuché un toque en la puerta. 

Mc: Adelante. 

Jumin abrió la puerta, pero no se acercó a mí. 

Jumin: Mañana es noche buena, ¿quieres hacer algo especial?. 

Morir. 

Mc: No, deseo que nadie me moleste. ¿Puede ser eso posible?. 

Jumin: Es posible, si tienes hambre la señora Kim con gusto te atenderá. 

Salió de la habitación. 

De nuevo la mirada triste, no era común en él, lo habían catalogado como el hombre de la máscara de hierro en los negocios, un día lo leí en una revista. 

Una sonrisa se hizo en mi rostro. 

Mc: Es… Hace días que no lo hacía. 

Recordé cuando me dijo que lo único que sabía cocinar eran panqueques, fue gracioso porque tenían un sabor mejor a los que yo cocinaba. 

Una sonrisa de nuevo. 

Mc: Al parecer tengo mis emociones intactas Elizabeth.

Cómo fotografías llegaban cada recuerdo con él, la playa, la cascada, las comidas especialmente los desayunos donde él se ocupaba, las noches a su lado haciendo el amor. 

Una lágrima se hizo presente, mi corazón latía fuertemente por él. 

Mc: Soy una niña torpe. Era mi apodo por sí no lo escuchaste Elizabeth. 

Mire el reloj de la cabecera, eran las diez de la noche. 

Mc: Estoy agotada. 

Me recosté, Elizabeth no tardó mucho en llegar a mi lado. 

ME ENAMORÉ DE UN PATÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora