Día 12

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Había pasado gran parte del día, Beck no intentó comunicarse conmigo desde que abandoné la video llamada. Tampoco me interesaba demasiado, es obvio que aún no era tiempo suficiente para poder hablar del asunto y arreglar las cosas.

Todavía me molestaba que no haya querido hacer algo tan simple como voltear su cámara. Estoy casi segura de que estaba ocultando algo y, en caso de que no, su argumento de "No me gustan tus caprichos y lo sabes" estaba totalmente intencionado para causar conflicto.

Así que, si estaba segura de una cosa es que; a ese chico, algo raro le estaba pasando últimamente.

Y bien, estaba aburrida como ostra, así que me pareció buena hora para ir a buscar a Tori y fastidiarla un poco.

Debo reconocer que la cuarentena sería muy frustrante sin poder hacerle difícil la existencia a alguien.

¿Y quién mejor que Tori para ello?

- ¡Vega! – Grité en su oído cuando estaba distraída con su teléfono.

Si de molestar se trataba, comencé bastante bien, pues la idiota lanzó el dispositivo al tiempo que gritaba de susto.

Me miró con odio después, lo que hizo aún más satisfactorio el momento.

- ¿Tienes que proponerte a ser más odiosa cada día? – Preguntó ella, recogiendo su teléfono.

- Podría proponérmelo formalmente, tal vez hasta rompa un record – Sonreí.

- Bueno, al menos hoy estás de buen humor... -

- Tanto como de buen humor... - Objeté.

- Pues más que ayer sí... ¿Te puedo preguntar qué es lo que sucedió con Be...? -

- No - Me negué al instante y antes de que terminara.

Es posible que Vega tuviera razón y, por algún motivo desconocido, estaba de buen humor a pesar de todo. 

Pero si empezaba a investigar, haría que me pusiera de malas, otra vez.

- De acuerdo... No me incumbe – Aceptó con la expresión de alguien que acaba de librarse de caer por un precipicio.

- Buena chica –

- ¿Ahora soy como una mascota? – Volvió a tomar asiento en una de las muchas sillas vacías del salón de teatro.

- No... Las mascotas son adorables, tú eres como un perro de la calle... con pulgas – Me senté frete a ella, usando la silla del revés, con el respaldo en mi pecho.

- Ja ja – Continuó mirando su teléfono – Esa broma es demasiado vieja –

- Pero nunca pasa de moda – Sonreí y recargué mi barbilla sobre el respaldo.

- ¿Y te vas a quedar ahí, viéndome fijamente? – Preguntó luego de algunos segundos.

- ¿Te incomoda? –

- Un poco... -

- Entonces sí – Continué con mi labor.

Tori comenzó a fingir que seguía con su atención fija en la pantalla, pero el constante golpeteo de su pie en el suelo indicaba que no estaba concentrada en realidad.

- ¡De verdad es incómodo, Jade! – No aguantó más.

- No para mí... - Dije con diversión.

- ¿Ah no? – Preguntó con los brazos cruzados. – De acuerdo... -

Cruzó la pierna y se concentró en mirarme de vuelta, fijamente.

Pasamos mirándonos como idiotas cerca de cinco minutos seguidos. De pronto el rostro de Tori parecía deformarse y era divertido.

CUARENTENA - JORIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora