Número desconocido

7.4K 338 46
                                    

- No sé porque dejas que te afecte tanto - dijo Julia desde detrás de la valla del campo mientras veía a Alba quejarse por su puntería de aquel día. 

- No me dejo, solo con mirarla se me eriza la piel de lo mal que me cae, ugh. 

Otro golpe y otro balón fuera. Alba resopló y puso los ojos en blanco. 

- Estoy harta - gimió. 

- Han pasado ya un par de años, ¿no crees que deberías de haberlo superado ya?

- ¿El qué? - siseó Alba. 

Perdió el equilibrio al chutar el balón.

- Lo que sea que os paso - aclaró Julia - Lo intentas demasiado por cierto, descansa un rato quizás estés agotada, llevas 4 horas, Reche. 

- Sé cual es mi límite, Julia - puso los ojos en blanco de nuevo - Y no nos paso nada, ¿de qué hablas? - se quejó. 

Julia dudó por un momento y se encogió de hombros. 

- Todos saben que lo hicisteis el día de la fiesta de final de curso de cuarto. 

Otro balón fuera, ahora por otro motivo. 

- ¿QUÉ? - Alba gritó cuando se dio la vuelta para mirarla fijamente. 

Julia le brindó una sonrisa tímida mientras apagaba la máquina de pelotas. 

- Sí, os fuisteis a la parte de atrás de la discoteca para que os diera el aire, probablemente fue lo mejor teniendo en cuenta que ibas dando tumbos por ahí. Pero no os disteis cuenta de que había gente pasando por allí en ese momento. 

- Eso no... eso no es lo que pasó - Alba se apretó el puente de la nariz soltando un gemido silencioso. 

Creía que nadie se habría dado cuenta de ello. 

Era algo que se quería llevar a la tumba. 

- Bueno, y ahora que ya sabes que lo sé, ¿quieres compartirlo conmigo? - Julia abrió la puerta que daba al campo y se sentó, apoyando su espalda contra la valla detrás de ella mientras se arrastraba hacia el suelo para sentarse. 

Dio unas palmaditas a su lado para indicarle a la rubia que se sentara a su lado. Alba sacudió la cabeza, pero finalmente se sentó. No sabía qué era exactamente lo que sabía. 

- Está bien, sabes que nunca nos hemos llevado bien - comenzó a decir Alba, y Julia resopló y asintió. 

Ambas estaban en cuarto de ESO cuando Alba se unió al equipo de fútbol de su instituto ese último año. Natalia había sido, hasta la fecha, la mejor delantera del equipo, pero eso solo paso hasta que Alba empezó a jugar más partidos. La morena no podía soportar que ella estuviera captando la atención de tanta gente. 

No hace falta decir que Alba no la soportaba, ni que estuvieran constantemente comparándola con ella, lo cual pasaba casi todo el tiempo.

Por supuesto, Natalia no había sido la única delantera del equipo, pero era mucho mejor que las demás, así que cuando Alba se metió en la ecuación y ambas fueron consideradas dos de las jugadoras más estelares del equipo, todos los ojos empezaron a echarse más de su lado. 

Natalia era arrogante, una quejica de manual, nunca dejaba que Alba tuviera el protagonismo durante mucho tiempo a menos que se lo mereciera de verdad. ¿Qué Alba conseguía marcar dos goles? No pasa nada, porque la victoria siempre era gracias a la morena. Así era siempre, un beneficio que le proporcionaba el carnet de antigüedad en el equipo. Además, Alba estaba bastante segura de que Natalia había suspendido la mayor parte de sus clases, no porque no pudiera hacerlo, simplemente todo le daba igual, lo único que le importaba era el fútbol y la música. Eso debería de haberla llevado a la expulsión inmediata del equipo, ya que no cumplía con la nota media permitida, pero al parecer esa regla tampoco se aplicaba en su caso. ¿Cómo iban a permitirse echar a la mejor jugadora? 

Una fina líneaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz