I bet the neighbors know my name

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Natalia tenía que trabajar ese día, por lo que decidieron que Carlos la acercara al restaurante en el que habían quedado. 

A las ocho y media. 

Y eran los ocho menos veinte. 

Mientras tanto, Alba seguía sentada en el asiento del restaurante que había reservado, más nerviosa a cada segundo que pasaba. 

Joder, ¿y si no viene?

Seguía mirando su móvil constantemente para ver si la llamaba o le enviaba algún mensaje. No era como si no hubieran hablado en todo el día, porque tan solo levantarse le envió un mensaje felicitándola. 

Este era el mensaje: 

Alba.Reche: 

Queen y yo te deseamos un feliz cumpleaños

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Queen y yo te deseamos un feliz cumpleaños. 



A lo cual la morena respondió con varios corazones y caritas enamoradas.

En la mente de Alba, la cena que iban a tener no era una cita como tal, solo una cena entre amigas en un sitio "lujoso". Se había puesto un vestido negro apretado y unas bambas blancas nuevas, lo cierto era que no podía ponerse tacones por miedo a hacerse daño en el tobillo.

- Lo siento, lo siento, lo siento - Natalia apareció de repente y se colocó junto a la mesa, casi sin aliento, agachada con las manos sobre sus rodillas para intentar recomponerse. Alba aprovechó para fijarse en su atuendo, unos pantalones de pinza negros y un top de encaje del mismo color que poco dejaba a la imaginación. La observó casi con ganas de saltar a través de la mesa y abrazarla por haber hecho acto de presencia - Tenía que compensar que ayer llegaste tarde - dijo una vez se irguió de nuevo. 

Alba puso los ojos en blanco.

Bueno, igual las ganas de abrazarla han desaparecido un poco ahora.

- Es broma, Albi - siguió hablando - Es que he tenido que cambiarme en la trastienda y tu no sabes la cantidad de trastos y mierda que tenemos allí. 

Alba asintió con los labios fruncidos. 

- Bueno, tiene sentido, estoy segura de que te ha costado mucho elegir el modelito - señaló su atuendo con la cabeza.

Natalia le brindó una sonrisa de medio lado.

 - ¿Estáis listas para pedir? - el camarero se acercó a ellas de pronto, interrumpiéndolas. 

Una fina líneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora