¿La quieres?

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Había llegado el gran momento. 

La guerra de globos de agua. 

Alba se despertó con el olor a tostadas recién hechas flotando a su alrededor. Se desperezó un poco y abrió los ojos. 

Natalia ya no estaba a su lado. 

Frunció el ceño y salió de la cama, dirigiéndose hacia el baño para refrescarse un poco antes de salir afuera. 

Cuando terminó, salió. Pero tampoco había nadie en la sala de estar. Entonces asomó la cabeza por la esquina de la cocina y allí la vio. Natalia sentada en el suelo frente al fregadero. Una pierna estirada y la otra doblada. Queen estaba tendida delante de ella mirándola fijamente mientras la morena le daba un mordisco a su tostada. 

Mis dos niñas preciosas. 

- ¿Qué haces? - preguntó Alba en voz baja, acercándose a ella con una sonrisa en su rostro. 

Natalia se giró para mirarla cuando la escuchó, terminó de masticar y se tragó el bocado que tenía en la boca. 

- Desayunar. 

Alba se sentó a su lado. 

- Ya lo veo, ¿lo has preparado tu?

La morena asintió. 

- Tenía hambre, son tostaditas con tomate, ¿quieres un muerdo? - le ofreció su tostada. 

- Hmm - dijo al morder. 

- Te he dejado la tuya ahí encima - señaló la encimera. 

Se levantó rápidamente para coger su plato y volver a su posición. 

- Gracias, Nat - le dio un beso en la mejilla, haciendo que la otra le sonriera de inmediato - ¿Efftonces, poffque eftas fentada en el fuelo? - preguntó con la boca llena después de dar un mordisco. 

Natalia se rio al verla luchar por pronunciar dos palabras correctamente. 

- Tu gata no dejaba de maullarme. 

Trago el bocado antes de hablar. 

- Le gustas. 

La morena puso los ojos en blanco. 

- Ya bueno, tu también me gustas y no me ves siguiéndote por toda la casa maullando - dijo antes de dar otro bocado. 

- No sé... podrías probar a ver qué pasa - trato de decir sin reír. 

- Sí claro - chistó. 

Alba solo le sonrió. 

- ¿Dónde están la Mari y Sabela? - preguntó antes de darle el último bocado al trozo de pan de entre sus manos. 

- Se han ido a comprar globos a los chinos - la informó Natalia, se levantó del sitió para dejar ambos platos en el fregadero y volvió a sentarse junto a la rubia. 

Alba se dejó caer sobre su hombro, descansando su cabeza en el hueco de su cuello mientras acariciaba a Queen, la cual había empezado a ronronear más fuerte. 

Cerró los ojos y sonrió levemente cuando noto como el latido de Natalia se aceleraba con su incipiente cercanía. 

- Te late muy rápido el corazón - señaló Alba en voz baja. 

Natalia sonrió.

- Bueno, el corazón suele latir - señaló. 

Alba arrugó el entrecejo. 

- Eres tontísima, Nat. 

La morena se rió suavemente antes de contestarle. 

- A veces sueles tener ese efecto en mi- admitió. 

Una fina líneaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz