Solo un poquito

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- Madre mía, Albita - Julia se emocionó mucho al escuchar la versión ligeramente editada que Alba le había contado sobre la noche anterior - Está muy colgada por ti - golpeó con la mano la mesa de la cocina de Alba. 

- ¿Por qué dices eso? - preguntó Alba, confundida, por razones varias...

- Oh, venga, claramente utilizó la excusa de la pizza como una oportunidad para pasar el rato contigo. Y encima la pidió sin queso, cuando ella es la reina de "la vida con queso la vida mejor". Eso lo primero - continuó - Y lo segundo, te ha llamado echado fichas mil cuatrocientas veces según me has contado, te ha regalado un orgasmo para empezar la mañana con alegría, y espera, que viene lo mejor, ni siquiera te ha pedido que se lo devolvieras. Le gustas, le gustas mucho.

Alba a su lado estaba con la mirada perdida, completamente helada, ¿en qué momento habían llegado a ese punto?

- Y pareces... un perrito asustado ahora mismo - agregó Julia - ¿Estás bien?

Alba suspiró y se pasó la mano por el pelo.

- Es que...yo... ni siquiera hace nada que me haga pensar "esto" o "aquello", pero... simplemente, es que... ¡joder! - estaba frustrada consigo misma y con el universo en general por haberla puesto en esa situación - Hubo un momento anoche, cuando estaba encima de ella y nos miramos a los ojos, en el que fui consciente de lo guapa que era y lo bonitos que son sus ojos, su sonrisa y... me miraba como... 

- ¿Cómo si fueras el sol?

Se le desencajó la mandíbula. 

- Es que no entiendo como yo podría gustarle a una persona así. 

- ¿En serio? ¿De verdad TÚ, precisamente TÚ? Con esa cara de guapa que tienes, ¿dices eso?

- Exagerada, no sé que tengo yo que no tenga otra, quiero decir, estamos en esta situación porque sabía que no había ninguna posibilidad de que esto sucediera, de hecho hasta ahora ni siquiera se me había pasado por la cabeza - se detuvo - Pero cada día que pasa... siento cada vez más que no puedo dejar de pensar en ella y estoy realmente frustrada porque, aunque me gus... - cortó antes de decir una barbaridad - ... yo... yo... no sé - se cubrió la cara con las manos. 

Julia se chafó la lengua para evitar gritar de la emoción. 

QUE LE GUSTA, QUE IBA A DECIR QUE LE GUSTA, exclamó dentro de su cabeza. 

- Bueno... si te sirve de ayuda, nosotros tampoco hemos estado ayudando mucho con lo de decirte que os gustáis y eso... - empezó a decir Julia, pero Alba la interrumpió. 

- Sí, ya lo sé - dijo- Pero... 

No, no puede gustarme Natalia. Va a romperme el corazón si continuamos con esto de ser amigas con derecho, y eso que ni siquiera somos amigas, JODER. 

Hace dos meses la odiaba, o eso se decía a sí misma continuamente. Ahora solo quería salir huyendo hacia Alicante para que su madre le dijera que todo iba a salir bien. 

Natalia había estado siendo mucho más agradable que de costumbre, sobre todo desde la lesión, la miraba de una manera que le dolía el pecho a veces, seguía siendo una idiota la mayor parte del tiempo, sí, pero ahora ya no se lo tomaba tan a pecho, no podía entender porque eso la hacía sentir de ese modo. 

- Alba, a ver... - dijo Julia - No te asustes, ¿vale? Pero a ti esa chica te gusta, puede que estés un poquito encoñada de ella. Eso pasa, no es nada raro. O tal vez tan solo te gusta la atención que te da y todo ese rollo... también puede ser. 

¡Sí, eso es!, Natalia es la primera persona con la que he estado desde hace mucho tiempo, eso tiene que ser. Me gusta que me preste atención y lo estoy confundiendo con que me gusta de otro modo... Que idiota soy. 

Una fina líneaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant