epílogo

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La mujer a su lado apoyo su mano en su hombro en señal de apoyo al estar el auto estacionado, mirando al pobre pelinegro que parecía no muy feliz de estar en ese lugar, pero a la vez obligado para poder terminar una etapa de su vida y suspiro, saliendo del auto. Y comenzó su pequeña caminata al hospital, pasando por los solitarios pasillos.

La presión que sentía en su pecho le estaba ahogando, de verdad que no le gustaba estar ahí, preguntando por el cuerpo de alguien e ir identificarlo, pues ayer por la mañana le habían llamado de ese hospital para notificar que habían encontrado un cuerpo que podría pertenecerle a alguien que el podía o no conocer, y el miedo que eso abarcaba era grande, demasiado para ser verdad.

(...)

Antes de entrar en el auto limpió las lagrimas que habían escapados de sus ojos sin el quererlo, y le asintió a la bella mujer a su lado, la cual solo se digno a mirar al frente, con un rostro serio, aunque muy profundo en su corazón, el dolor y la tristeza le estaban carcomiendo, más no era momento para llorar, no aún. El ambiente dentro del coche era bastante pesado, a pesar de la leve y alegre música que sonaba en la radio en ese momento, el silencio de voces demostraba el malestar que ambos llevaban en su corazón, al igual que aquellas miradas pensativas, pero que se le podía hacer, era difícil mantener el optimismo ante una situación así, y ni siquiera habían ánimos por parte de alguno para fingir y calmar al otro, solo quedaba partir el automóvil, y llegar para dar la noticia.

Pararon a la mitad de la carretera, ambos con sus semblantes serios, e hicieron el mismo recorrido que todos alguna vez han hecho para ingresar a la hermosa Karmaland, llegando pronto al cartel, donde casi todos los Héroes los estaban esperando, les faltaba uno.

— ¿Qué a pasado? —pregunto el alcalde, acercándose a su gran amigo Vegetta— ¿Qué te dijeron?

— Esta muerto —el primero en reaccionar fue Mangel, quien automáticamente abrazó a la mujer adulta, dejando que esta se desahogara todo lo posible— tenía una herida de cuchillo en el pecho y costilla, además de marcas de golpes.

— ¿Entonces todo acabó? —pregunto esta vez Alex, abrazándose a si mismo.

— Si, todo acabó.

Todos los muchachos fueron a consolar a la hermosa mujer que ya estaba llorando a mares, culpando se a sí misma por todo lo que tuvo que pasar su hijo y que pudo evitar, por haberse casado con un monstruo que no tenía corazón, que le decepciono totalmente. Lloró por haberse perdido toda la vida de su pequeño osito, por no poder cumplir su promesa de siempre estar con el, y porque ella sabia que su Rubén se culpaba a si mismo por las cosas que le pasaron. Por suerte los amigos de su hijo eran buenos muchachos, y que le apoyaban en todo, en la larga recuperación que iba a tener, pues no era fácil llevar un lazo roto, normalmente las y los omegas que poseían un laso roto, se terminaban suicidando, ella no lo haría.

Samuel miro la escena unos momentos, sintiéndose feliz por la familia que se había formado con el tiempo, más no podía unirse, tenía cosas que atender en su isla, por lo que dando media vuelta comenzó la caminata. Habían crecido nuevos árboles, nuevas flores, y más animales parecían vivir en su bosque, tenía un toque más bello, pero por alguna razón, su pecho se sentía inquieto, no podía sentir la paz que los pájaros con su canto intentaban dar, no podía admirar la belleza de la naturaleza como de repente hacia, tampoco su animal quería salir  divertirse, solo tenía ganas de llegar a casa a encerrarse, y pasar todo el día, todos los días ahí, sin ninguna preocupación. Subió un poco más lento las enormes escaleras que le llevaban a su mansión, viendo la altura a la que estaba por unos segundos, y luego seguir su recorrido, activando los mecanismos para que la puerta de piedra se pudiera abrir y así entrar.

— ¡Papi! —apenas dio unos pasos adentro, salió un pequeño niño por la puerta principal, corriendo hacia los brazos del peli negro, quien no dudo en alzar al chiquillo— ¡Te extrañe mucho!

— Brayan —sonrío, dando un pequeño beso en la mejilla del niño para seguir caminando hacia la mansión— yo también te extrañe pequeño, ¿Qué estuviste haciendo?

— ¡Jugando con los lobos!

— Eso explica el porque estas lleno de tierra Brayan —rio, sintiéndose más feliz que enojado por las travesuras del niño— nos vamos a dar una ducha ¿entendido? —el menor asintió.

Apenas cerro la puerta principal dejó a su hijo en el suelo para que pudiera seguir con sus travesuras, jugando con los lobos o naturalmente con sus juguetes, dando así la bulla que le faltaba a la gran casa, borrando el silencio pesado que sentía en su corazón De Luque. Fue a la cocina encontrando todo totalmente ordenado, por lo que solo agarrando una pera de un pequeño canasto que había en el centro de la mesa, comiendo de esta mientras subía a su habitación. Tenía que preparar la ducha para su baño y el de su hijo, pero la verdad, esa no era la real intención del Alfa. Apenas entro, se pudo ver un cuerpo un tanto más alto que el durmiendo plácidamente en la cómoda cama, soltó un suspiro sintiendo como toda la pesadez de aquel día se iba, y por fin, podía estar tranquilo.

— Doblas —susurro, acariciando suavemente la cabellera castaña y plateada— estoy en casa

— Mhg —abrió un ojo por un segundo, solo para acomodarse más cerca de su alfa— ¿Cómo te fue?

— Encontraron el cuerpo sin vida de tu padre, ya todo terminó mi amor —eso si provoco que se despertara totalmente, sentándose rápidamente en la cama para mirar a su pareja—

— ¿De verdad? —el peli negro asintió— ¿y mi mamá? Ella debe estar mal, debería...

De Luque decidió interrumpir a su novio juntado sus labios, un beso corto pero lleno de amor.

— Tu mamá, mi suegra, esta con los chicos, esta en buenas manos —sonrío  enternecido por la preocupación de su menor—

— Pero aun así debería estar acompañando...

— Vendrá en unos minutos Doblas, disfrutemos mejor estar juntos antes de que llegue mi suegra —Abrazó por la espalda a su omega, apoyando su mentón en el hombro del contrario—

— ¡Oye! Mi mamá no es mala...

— No, pero nos molesta si somos muy cursis delante de ella —Samuel rió, recordando cosas del pasado—

La puerta fue abierta para dejar pasar al pequeño hijo de la pareja, que aunque no fuera biológico, se le consideraba el regalo más hermoso que le habían dado los dioses, su pequeño Brayan. El pequeño se subió a la cama para recostar su cabeza en la pierna de su papá oso, relajándose por las caricias que este le proporcionaba.

— Entonces ya todo terminó —susurro Rubius, sonriendo con los ojos brillos—

— Ahora solo la muerte nos podrá separar osito —dio un beso en la marca, provocando escalofríos en el omega, quien dio un suave codazo para atrás, una advertencia a su alfa simplemente—

Por fin Rubén pudo tener una familia.

Por fin pudo estar definitivamente con gente que amaba.

Por fin podía ser plenamente feliz.

(N/a)

Lean la explicación por favor cuando terminen

El Muñequito De Papá [Rubegetta] OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora