Capítulo II

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"La mirada"

El Presente

Veo por la ventana de la habitación y suspiro cuando observo el auto de Lucien salir por el camino de árboles hasta perderse de vista. Aún llevo mi bata de seda sin nada de ropa debajo, así que decido arreglarme con rapidez. Al salir del baño, me pongo ropa deportiva y salgo de la habitación trotando ligeramente hacia la terraza. Contemplo la vista y escucho con cuidado a las aves cantar. Sonrío un poco ya que este momento es mi favorito del día.

Camino hacia el pequeño equipo y coloco música animada. Hoy quiero que sea un día productivo, ya que el día de ayer lo pasé postrada en cama sin dejar de llorar. Intento mantenerme positiva todos los días, pero aún cuando tengo compañía de los sirvientes, una casa con todo lo que necesito, más una vista espléndida, me siento vacía y solitaria la mayor parte del tiempo.

Trato de mantener mi cordura haciendo algo diferente cada día, o cambiando los pasos en la rutina pero siempre hay días en los que simplemente no lo soporto más, me quiebro e intento recoger los pedazos que quedan, pero siempre resultan ser cada vez menos.

Hago mi rutina de estiramientos y después de unos minutos cambio al ejercicio fuerte. Me siento totalmente capaz de hacer movimientos bruscos ya que la mayoría del dolor se ha ido de mi cuerpo, y solo a veces el dolor de cabeza regresa en los momentos que intento traer de vuelta algún recuerdo. No me he rendido, aunque muchas veces quisiera hacerlo y solo aceptar la vida que llevo ahora.

No es mala, pero no es suficiente. Aunque Lucien ha intentado decirme todo lo que sabe de mi incluso cuando se lo pregunto una y otra vez, nada regresa a mi. Es frustrante, como si tuviera todas las piezas de un rompecabezas el cual soy incapaz de completar.

Cambio de ejercicio al mismo tiempo que el reproductor cambia de canción. Recorro la vista sobre el bosque una vez más, ignorando el deseo de ir a correr libremente por ahí. Lucien nunca lo permitiría sin que alguien me acompañe, cree que soy débil y delicada, pero intento no frustrarme con el, debido a que ya casi me pierde una vez.

En cuanto al porqué no puedo salir de casa, esa es otra historia y totalmente mi culpa...

El pasado (después del accidente)

-Dahlia-abro mis ojos lentamente por los susurro que llaman mi nombre. Paso mi mano por mi rostro y me estiro un poco en cama. Debí quedarme dormida al instante en que puse la cabeza en la almohada, esta es una cama mágica nada parecida a la de la clínica.

-Me quedé dormida-murmuro cuando veo la sonrisa de Lucien. El trae la misma ropa de cuando se fue para hablar por teléfono pero frunzo el ceño al notar que lo único que ilumina la habitación es la luz de la luna ¿Cuánto tiempo estuve esperándolo?-¿Qué hora es?

-Es tarde, disculpa, tuve varias llamadas de unos clientes y he tenido que organizar todo mi horario ya que regresamos a casa. Vine en cuanto terminé pero estabas dormida, no quería despertarte pero me di cuenta que aún no habías comido nada-el toma mi mano y acaricia mi palma haciéndome cosquillas, observo sus manos y me estremezco un poco, se sienten tan frías como si las hubiera metido en agua helada durante horas. Cierro mi mano en un puño y la llevo a mi regazo. El sonríe a pesar de mi obvia incomodidad hacia el. Debo darle un poco de mérito por no rendirse conmigo.

-Tengo hambre-murmuro asintiendo para que deje de observarme en silencio. Me levanto de la cama y con la ayuda del bastón camino hacia la salida, esta vez no intenta ayudarme hasta que llegamos a las escaleras.

-A esta hora todos los sirvientes se han ido, así que tendremos que cocinar nosotros-arruga un poco su nariz y sonrío.

-¿No cocinamos?-el suelta una risa.

Reminiscencia©Where stories live. Discover now