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2007

El portátil sonaba con el sonido de alguna canción de moda, mientras que Amelia bailaba con una coreografía que había preparado ella misma. Luisita la mirada estupefacta, nunca había conocido a nadie que supiera bailar tan bien.

Cuando su amiga terminó su número, Luisita aplaudió fervientemente.

—Guau, Amelia—fue lo único que pudo decir.

—¿Te ha gustado? —le preguntó Amelia, recuperando el aliento.

—¿Cómo no me va a gustar? Tienes mucho talento.

Amelia se sonrojó y fue a sentarse al lado de Luisita. Ésta pudo ver unas gotas de sudor por su cara enrojecida, producto del esfuerzo.

—¿Vas a clases de danza?

Amelia negó con la cabeza.

—A mi padre no le gusta que baile y cante. Dice que es una profesión frívola y que debería centrarme en estudiar. Todo lo que sé lo he aprendido por mi cuenta.

—Pues qué canalla es tu padre—soltó Luisita, y nada más decirlo se dio cuenta de lo que había dicho—. Perdón. Pero es que a ti se te da muy bien y debería sentirse orgulloso de ti. Seguro que podrías ser una profesional.

—¿De verdad lo crees? —Amelia sonrió al escuchar esto.

—Claro. Si quieres podemos buscar alguna audición en la ciudad, seguro que consigues algo.

—No sé, Luisita. Además, mi padre se enfadaría muchísimo.

—Pues puedes ir a espaldas de él. O puedes tomar clases sin que él lo sepa. Es que no deberías tener que hacer solo lo que quiera tu padre. No tiene derecho a controlarte como si fueras su esclava.

—Pues hasta que tenga 18 años sí tiene derecho, Luisita—le dijo Amelia, levantándose de un salto de la cama y alejándose.

—Perdón, no quería entrometerme....

—Es que no entiendes que mi familia no es como la tuya. Mi padre es militar y es muy estricto. No puedo hacer lo que quiera y luego tener una charla con él y arreglar las cosas. Si es que mi padre maneja a mi familia con mano de hierro, y no se deja convencer de nada.

—Ya...—Luisita agachó la cabeza. Le parecía injusto como trataba a Amelia, pero lo cierto era que la única vez que había visto en persona a Tomás Ledesma ella misma había sentido miedo por su apariencia fría y distante—. Lo siento.

Amelia se volvió a sentar junto a ella:

—No, si tienes razón, pero yo tengo miedo a desobedecerle—Después la miró con una sonrisa—. De todas formas, te agradezco que me animes a seguir. Nunca lo había hecho nadie antes, excepto mi madre, claro.

—Claro—le dijo Luisita, y añadió levantando un dedo—. Pero no quiero que renuncies nunca a tu sueño. Aunque tengas que esperar a poder marcharte de casa.

—Vale—respondió Amelia—. Te lo prometo.

2019

Luisita abrió la caja donde guardaba sus joyas buscando el perfecto acompañante para su vestido verde. Por lo visto el restaurante al que iban a ir era de muy alto standing y no quería hacer el ridículo, así que había pasado una hora arreglándose para aquella noche.

Mientras comprobaba en el espejo su aspecto se preguntó si había alguna razón especial por la que Rocío había elegido aquel sitio. Ciertamente, un quinto aniversario era una ocasión especial, pero nunca antes lo habían celebrado por todo lo alto, y de hecho en el pasado habían preferido cenas más íntimas.

Cómo Reconocer al Amor de tu VidaWhere stories live. Discover now