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2008

Amelia había ido aquella tarde a merendar a casa de Luisita. Acababan de comer cuando Luisita salió corriendo a su cuarto.

—Tengo algo para ti—dijo cuando regresó al salón.

Luisita le dio un envoltorio de papel de regalo, pegado con poco esmero con unos celos y un rótulo que decía "¡Feliz cumpleaños!". Amelia la miró sorprendida, no le había dicho que era su cumpleaños y no se esperaba que Luisita lo hubiese averiguado.

—¿Cómo lo has sabido?

—Eso es un secreto—dijo con una sonrisa orgullosa, pero Amelia se acordó que le había mirado el carnet de identidad un día que estaban comparando sus fotos.

Amelia lo abrió apresuradamente y sacó un colgante de dentro.

—¿Y esto? —preguntó admirando su regalo.

—Lo vi en una tienda y me acordé de ti. Se supone que da suerte, y he pensado que lo puedes usar cuando empieces a tener audiciones—Esperó a que Amelia terminase de observarlo—. ¿Te gusta?

Amelia leyó el entusiasmo en la cara de Luisita y pensó que ese era el gesto más bonito que había tenido nadie con ella.

—Me encanta.

—Te ayudo a ponértelo, si quieres—dijo Luisita alcanzando el colgante.

Amelia asintió y se dio la vuelta para que se lo ajustara. Cuando terminó de ponérselo se dio la vuelta quedándose de frente a Luisita.

—Muchas gracias—dijo Amelia.

Un segundo después sus labios se habían juntado con los de Luisita. El contacto apenas duró un momento, pero al retirarse Amelia observó con horror lo que acababa de hacer. Cogió sus cosas apresuradamente y salió de su casa, sin escuchar a Luisita decir nada.

2019

Cuando Amelia salió de ensayar ya había oscurecido. Acababa de terminar su segunda semana trabajando para el musical y definitivamente había tenido que dejar de actuar en La Burlesca. El musical demandaba muchas horas y necesitaba el descanso durante el fin de semana.

Apenas hubo cruzado el umbral de la puerta, Inma salió corriendo detrás de ella, para preguntarle qué tal le había ido.

Amelia no contestó de inmediato. Se fue a su cuarto y se tumbó en la cama boca abajo sin molestarse en quitarse la ropa. Inma la siguió y se echó a su lado esperando que su amiga le contase.

—Estoy destrozada, Inma—dijo Amelia, su voz amortiguada por la almohada.

Amelia le contó cómo uno de los actores había llegado tarde y otro no se había aprendido el texto. El ensayo había sido un desastre y el resto de los actores habían tenido que pagar los platos rotos.

—Y después el director nos hizo repetir todo—concluyó Amelia, después de haberle contado a su amiga todas sus quejas.

—Supongo que son los gajes del oficio.

—Pues sí. ¿A ti qué tal te va como cabaretera principal?

—Bien, aunque es mucha presión intentar estar a tu altura.

Amelia iba a dedicarle una frase de ánimo cuando escuchó la vibración del móvil y saltó enseguida a alcanzarlo.

—¿Esperas alguna llamada? —le preguntó Inma al ver su reacción.

Cómo Reconocer al Amor de tu VidaWhere stories live. Discover now