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2008

Luisita estaba inconsolable.

—Se ha ido—dijo como pudo entre lágrimas.

—¿Quién se ha ido? —dijo Manolita, acercándose al sofá en el que su hija estaba llorando a lágrima viva.

—Amelia.

Manolita se sentó a su lado y Luisita se echó sobre ella.

—A ver, Luisita, cuéntame. ¿Qué ha pasado?

Luisita no sabía cómo contarles a sus padres lo que había ocurrido, aunque ahora que el padre de Amelia las había descubierto y no había ningún secreto que guardar.

—Amelia y yo...—empezó a decir, mirando de reojo a su padre, que las miraba desde la mesa, con aire preocupado.

—Marcelino—le dijo Manolita a su marido—. ¿Por qué no nos dejas solas un momento?

El padre de Luisita refunfuñó, pero accedió a la petición de Manolita y salió del salón, dejando a madre e hija a solas.

—Amelia y yo somos novias, mamá.

—Ya me lo imaginaba.

Luisita la miró sorprendida.

—¿Cómo que lo sabías?

—Las madres tenemos un sexto sentido para estas cosas. No se nos puede ocultar nada.

Luisita asintió y continuó.

—Pero es que su padre...Ayer nos pilló juntas cuando estábamos en su casa...y ahora se la lleva de vuelta a Zaragoza. Mamá, me tenéis que ayudar a traerla de vuelta, no la podemos dejarla sola con ese hombre.

Manolita suspiró.

—Luisita, hija, lo siento mucho, pero es que es su padre, y ella es menor de edad. No podemos secuestrarla.

—Pero es que no lo entiendes, que ese hombre es un tirano. Además, Amelia se quiere escapar.

—Yo sé que es un hombre difícil, porque yo le he tratado, pero es que es su padre, Luisita, y nosotros no podemos hacer nada.

Con un nuevo grito de frustración, Luisita salió corriendo a su cuarto. Hundió la cabeza en la almohada y lloró toda la noche.

2019

Luisita se dio media vuelta en la cama para coger el móvil de la mesita. La una de la mañana. No había conseguido pegar ojo desde que se acostó. Miró por encima de su hombro para ver a Rocío plácidamente dormida, soltando un pequeño ronquido de vez en cuando.

Volvió a tumbarse en la cama, mirando al techo, recordando las palabras de Amelia en las que no había parado de pensar desde que aquella tarde.

"...como te quiero a ti."

Se levantó de la cama y sin pensarlo más empezó a vestirse. Salió de la habitación intentando no hacer ruido, cogió las llaves del coche y salió a la calle.

Media hora más tarde se encontró delante de la puerta del apartamento de Amelia. Su mano rozó el timbre y por un momento quiso arrepentirse y volver a casa, pero antes de poder detenerse, sus dedos terminaron de apretar el botón. Escuchó el din-don del timbre desde dentro y por enésima vez desde que había salido de casa se preguntó qué estaba haciendo.

Para su sorpresa, la puerta se abrió a los pocos segundos y Amelia se asomó por ella. Aunque estaba vestida en pijama y el piso estaba a oscuras, su cara no indicaba que hubiese estado durmiendo.

Cómo Reconocer al Amor de tu VidaWhere stories live. Discover now