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2008

Amelia llegó al portal de Luisita sudando, después de haber corrido toda la distancia entre su casa y la suya, y llamó a timbre con urgencia. Contestó su padre, y casi sin aliento le suplicó que por favor bajase Luisita.

Marcelino le abrió la puerta del portal para que esperase dentro y Luisita bajó poco después. Amelia se tiró encima de su novia llorando.

—Amelia, ¿qué ha pasado? ¿Te ha hecho algo tu padre? —le preguntó Luisita preocupada.

—Nos vamos, Luisita. Mi padre nos ha dicho que nos vamos de Madrid.

—¡¿Cómo?!—exclamó Luisita, abriendo los ojos en pánico.

Amelia asintió, había estado llorando tanto que le había entrado el hipo y casi no podía hablar.

—Sí—dijo con esfuerzo—, pero yo me voy a escapar, Luisita. Te lo juro. En cuanto encuentre la oportunidad.

Luisita la estrechó entre sus brazos y Amelia se aferró a ella.

—No puedes irte—dijo Luisita mientras la abrazaba. Cuando por fin se separó, se quedó mirándola con determinación—. No te puede llevar contigo, tenemos que hacer algo. Sube a casa, seguro que con mis padres encontramos una solución para que te quedes.

Amelia casi se contagió de la energía de Luisita, imaginando brevemente la idea de quedarse con los Gómez, pero negó con la cabeza.

—No, Luisita, no quiero meter en problemas a tus padres. ¿Y si les denuncia? Ya sabes que mi padre es militar.

Luisita sacudió la cabeza, angustiada.

—Pero algo se podrá hacer.

—En cuanto pueda me escaparé, y volveré. Te lo juro.

Luisita llevó sus manos a su cara y la besó, con fuerza, con desesperación. Amelia podía sentir las lágrimas de su novia corriendo por sus mejillas.

—¿Me prometes que vas a volver?—preguntó Luisita con un tono suplicante.

—Te lo prometo—dijo Amelia, incapaz de concebir la idea de no volver con ella—. ¿Me esperarás?

Luisita hizo un gesto con la cabeza, y consiguió sacar una sonrisa antes de responderle.

—Pues claro—Y la besó de nuevo.

2019

Amelia entró al apartamento, tiró las llaves sobre la mesita del salón y se echó a lo largo en el sofá agotada. Ana estaba sentada en el otro sofá, tomándose un café en pijama.

—¿Fue cansado el ensayo?

—No te puedes ni imaginar.

—El musical se estrena la semana que viene, ¿verdad?

Amelia asintió con la cabeza, sin fuerzas para hablar. Su amiga sonrió, y posó la taza en la mesa auxiliar.

—¿Vas a invitar a Sara?

Amelia la miró de reojo un momento, y después se frotó los ojos con cansancio.

—Lo hemos dejado.

—Ah—dijo sorprendida Ana—. Perdón, no lo sabía. ¿Qué ha pasado? Parecía una buena chica.

—El problema no es ella, Ana. Soy yo. Es que yo no puedo imaginarme con nadie que no sea Luisita.

Cómo Reconocer al Amor de tu VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora