8- confesión intima

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Cara de Ángel,  cuerpo de pecado,  senos virginales y voluptuoso tanto con las curvas que se les adorna más abajo de sus costilla. 

Eres preciosa Karen,  pero has dejado atrás aquellos senos que pensaban que para tu edad eran grandes,  y no,  no lo eran,  ahora si lo son.  Has completado la fase de tu pubertad.  Tus caderas más anchas y la curva de tu cintura hacen de tu cuerpo un templo glorioso.  Tu piel pulcra y el monticulos de vellos en forma de pirámide le permite una hermosa bienvenida a quién pudiese tenerte.   ¡Oh Karen,  eres una diosa! 

Mírate nuevamente en el espejo,  ámate,  ama ese cuerpo tan escultural.  Tu hermoso trasero,  que si bien no es tan grande,  si rellena a la perfección cualquier pantalón que llegase a ponerte.   Redondos,  respingados.  Piernas gordas sin rastro de celulitis.  ¡Oh Karen,  eres completa! 

Mírate de nuevo,  mira como te contrae frente al espejo descubriendo tu sexualidad una vez más.  Mira como te retuerce de placer cuando sabes que tus propias caricias te llevan a otro mundo en donde solo existe tú y tus placeres carnales. 

Ahora que me admirado y proporcionado el placer de leerme a mi misma como si otros ojos lo hicieran,  me siento más completa,  más decidida. 

Sentada ante el espejo,  viendo mi cuerpo desnudo,  y mi coño húmedeciendo mis dedos,  sonrío con malicia pensando en mi padrecito hermoso.  No lo he visto durante los días de semanas,  después de la muerte del maldito viejo,  no me ha permitido saciar mis deseos de llevarlo a pecar entre mis brazos. 

¡Oh Elías!  Déjame mostrar que tan pecador eres,  déjame enseñarte el sacramento de mi cuerpo y hacerte gemir oraciones convertidas en gemidos.  ¡Oh padre! 

Imaginar lo que cubre debajo de su habitual traje, me llena de lujuria.  Por lo que sentí al abrazarlo,  presiento que su abdomen es tan duro como su polla. 

Aprieto mis senos y acelero más cada movimiento de mis dedos sobre mi clítoris hasta que yase hinchado de placer,  hasta que me palpita y mi cuerpo tiembla.  Muerdo mi labio más fuerte,  mis piernas tiemblas y se mueven al ritmo que mis senos.

—¡Oh sí! 

Quizás el gemido fue más elevado entre mi agudizante voz y quisiera que el padre me escuchase y entrase por esa puerta. 

Pero sé que no va a suceder,  he dejado que tome confianza y que piense que soy una chiquilla inocente.  No causaré problemas,  no por ahora.

Lo nuestro solo sabremos él y yo,  es  nuestro secreto.  Aunque él no lo sabe. 

...

Me coloco el uniforme dándome cuenta que ahora se ve más ajustado y pequeño a mi figura,  quizás he aumentado de peso y por mi tamaño me veo más llenita,  pero mi abdomen sigue plano.   Así que todo el peso se acumula en la descripción que ya había dado de mi figura.  

Me acomodo los calcetines y me coloco los zapatos.  En cuanto termino me peino,  pero mi cabello no está tan corto como antes,  ahora están más largo. Quisiera parecer una niña inocente,  así que me hago dos coletas. 

Tras tomar mi bolso con los libros salgo de mi cuarto  cerrando detrás.  Veo algunas estudiantes riendo y contando chiste habituales.  Yo les haría unos chistes de humor negro pero no se van a reir porque las mayorías si son católicas. 

—¿Que tal satánica?  ¿Ya te vas a coger al padre? 

Me detengo ante una zorrita que me tiene cansada.  Se llama Sally.  Siempre que puede intenta provocarme porque sabe que no le haría daño para evitar ser enviada de vuelta al calabozo. 

La DiablaWhere stories live. Discover now