La Diabla

53- confesiones del pasado

" Vuelo libre, sobrevuelo las granadas
Por el suelo no me arrastro nunca más
Ya no estoy de oferta estoy de pie y bien alerta
Eso del cero a la izquierda no me va"

....

Tuve que aguantar la respiración durante unos segundos, luego exhalar porque ya sentía que se me iba el aliento completo.

No estaba preparada para ésto, no tenía pensado que debía confesar tarde o temprano parte de mi pasado con la persona que menos pensé hacerlo.

No quería exponerme.

No quería que me mirara extraño al saberlo.

Realmente...

No quería causar lástima.

Y aquí estoy, a su lado, con la mirada perdida sobre el techo blanquecino, sobre ese foco apagado que en medio de la oscura y espesa noche puedo reflejar.

¿Acaso me va a doler decirlo?

¿Acaso me sentiré peor hacerlo?

De todos modos  algo está sucediendo, y si tiene que ver conmigo, pues también tiene que ver con Nick.

Nadie querría hacerme tanto daño como él mismo. 

Joder, me duele el pecho, no quiero que me ataque la ansiedad en éste momento, porque sería muy horrible llorar descontrolada con el corazón latiendo más rápido de lo normal, con ese dolor en el pecho y mis ganas de autolesionarme.

No, no podría.

Tengo que ser fuerte.

Eres Karen, y como tal eres una mujer con la cabeza bien en alto, con los pantalones bien puesto, con la mirada penetrante y directa. Eres Karen, la mujer que no se deja vencer por nada, que sale y sonríe, que vive su sexualidad sin tapujos, sin prejuicios. Eres Karen, esa mujer que ahora todo lo malo le vale mierda, que no se deja humillar, que sabe cuando ceder y que sabe cuando parar.

Si, sigues siendo Karen. Por favor, no dejes de serlo. Es tu esencia, es lo que te hace poderosa e única.

Lo soy.

Y decidida volteo mi rostro junto a mi cuerpo, le sonrío levemente, él aún espera mis palabras, ha estado nervioso pero ha respetado mis pensamientos, no me ha interrumpido.

—Steven —suspiro profundo.

—Espera, no quiero interrumpir, pero... ¿No prefieres contarmelo estando más cómodos? No sé, una tácita de té, allí en el balcón, abrazados, mirando la noche, yo escuchandote.

Le sonrío por querer buscar mi comodidad. Y sí, es un poco raro contar todo estando acostada.

—Prepara el té.

Y se levanta de la cama sin dejar de sonreír, y lo que me causa tristeza es que podría romper su alegría.

Me levanto de la cama tomando su camisa, lo cual no dudo en ponerme. Y le miro, tiene su boxer puesto. Me acerco y me detengo ante su espalda ancha y su hermoso culo.

En vez de asustarlo con un patético "boo" Terminé rodeando mis brazos por su abdomen, y aplastando mi mejilla con su espalda.

—Me enamoras —me dice tomando mis manos, y se gira sin yo soltarlo, con su habilidad de obtener siempre lo que desea. Alza en vuelo sus brazos y acaban sobre mis hombros.

—Estoy tan enana —suelto con un tono gracioso.

—Mi enana favorita.

Baja un poco y besa la punta de mi nariz.