18- olvidar

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El día  amaneció  lo suficientemente frío para ponerlo de excusa y no salir a ningún lado con Zoe y con nadie. Aún tengo ese pavor de rodearme de otras personas y sentirme pequeña. Podría andar bien perra por la vida y gritar: ¡Si no me aguantan, pues me importa una mierda porque aquí estaré para arruinarte el día!

Pero con lo de Steven no me he sentido así, verlo a él con ella me provoca algo extraño. Quizás tuve una leve obsesión de tenerlo conmigo como a los demás, y ver que todo ha sido difícil me ha hecho entender que no todo lo que me proponga lo voy a lograr. Debo entender que Steven es prohibido, es esa maldita fruta prohibida que si una se come se envenena o provoca un caos mundial.

Y créanme, no quiero arruinar a Zoe. Por eso es mejor evitar el problema.
Ella por supuesto me invitó a salir pero me negué poniendo de excusa lo del frío, aunque en realidad no soy tan amante de ello.

Le dije que prefería escuchar música o escuchar los consejos de la abuela. Se me hace más divertido eso que salir.

Después que se fue, me lo pensé bastante en bajar y saludar a la familia. Todavía me sigo sintiendo extraña.

Igual tuve que hacerlo cuando Zoella tocó la puerta para que bajara a desayunar.

Me coloqué una chaqueta con capucha color negro con rayas blancas. Un pantalon en licra ajustado del mismo color y unos Vans.  No voy a salir a parte pero no tengo confianza de andar en chancletas por la casa. 

Me hice un moño y dejé mis flequillos sueltos. En cuanto me sentí lista, bajé encontrando a la familia en la mesa, en espera de mi.

Eso me hace sentir importante.

—Querida, te esperábamos —dijo Zoella.

—Sí, hasta yo —dijo Joseph, el hermanito de Zoe. Es muy lindo y tierno.

—Gracias pequeño angelito —respondí tomando asiento—. Y a usted Zoella, buenos días, por cierto.

—Buenos días —dijeron al unísono.

Miré a la abuela quién ya había metido su mano en el revoltijo de huevos sin esperar a nadie. Me miró y fue como si no me conociera.

Sabía que me iba a olvidar. Pero para mi sorpresa me sonrió.

—Hola niña satánica —me dijo dejando sorprendidos a los demás.

—¡Mamá, por Dios! —exclamó Zoella apenada. Y sólo me reí, al menos si se acuerda de que eso soy.

—No se preocupen, creo que ella recordó que se lo dije anoche.

La abuela se rio  sin descaro.

Que vieja tan agradable.

—¿Eres satánica? —preguntó Joseph.

Miré a los demás antes de responder, espero que no sean esas tipicas familia metiche y religiosos ignorantes que atacan a otros.

—Pues... Si.

Todos se miraron a la vez.

—Pero es muy simpática, hasta es linda —dijo la abuela y le agradecí.

—¿No eres bruja o si? —nuevamente pregunta Joseph "el curioso".

—Depende, si alguien me trata mal si me convierto en bruja.

—No te voy a tratar mal —me dice temeroso y se ríe —. Eres agradable.

—Así es, espero que no se sientan raro por mi creencia, es que pienso que cada quien decide en que creer y respetar a los demás por sus creencias.

La DiablaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora