CAPITULO 2

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Huellas en la nieve

Ralts y su madre salieron a recoger leña como todos los días, tenían consigo para cada uno una bolsa con bayas asegurada con una cuerda a su cintura por si les daba hambre en algún momento o si demoraban en volver.

Ralts caminaba con una bufanda echa de lana de wooloo tejida por su madre para protegerse del abrumador frío. 

Se divertía caminando a su lado tratando de seguirle el ritmo y dando saltos en la nieve cuando sentía que se hundía en esta y siempre resaltando en su rostro una alegre sonrisa. Gardevoir amaba eso de él, tenía que admitirlo, se le hacía muy adorable. 

Mientras Gardevoir cortaba madera de los troncos con ayuda de un hacha, Ralts recogía del suelo las ramas pequeñas que descendían de los árboles, cada vez que pensaba en acabar con todas más iban cayendo, pero eso no lo frustraba, al contrario, más bien le gustaba asegurar que hubiera más calidez para su hogar. 

Le fascinaba ayudar, eso era un hecho, cualquier cosa que involucre esa palabra lo hacía sentirse útil, especialmente ante los ojos de su preciada madre, pero ese mismo entusiasmo a veces lo llevaba a ser despistado también. 

Esta vez no fue la excepción ya que el recoger cada rama que veía frente suyo hizo que se alejara de su madre sin darse cuenta.

Para cuando fue consciente no había más que nieve, árboles y más nieve.

Ralts: ¡rayos! -dijo preocupado en su cabeza sabiendo que se había perdido. No evito sentirse nervioso al instante- ¡mamá! ¡mamá! -gritaba en un intento de llamar la atención de su madre siendo inútil pues se había alejado demasiado de su punto- ¡mamá!¡¿Dónde estás?!

Vagó por el bosque buscando regresar atento por si veía una señal de si estaba cerca, pero intentar divisar algo era en vano, la densa y solida nieve solo mostraba su blancura pura, eso hacía que perderse en el camino sea más seguro para un pokemon que salir de éste.

Cada vez que daba un paso se sentía más perdido, árboles, troncos, rocas, nieve, no había nada que pueda indicar un retorno asegurado, le llegaba la angustia de no volver, de haberse perdido en la nada.

Empezaba a temer, hacía mucho frío pero por fortuna llevaba su bufanda, moriría congelado sin ella, aparte tenía que soplar y frotar sus manos para sentir calor y no sucumbir a los soplidos helados que el viento lanzaría en cualquier momento. 

Los minutos pasaron y ya llevaba un buen tiempo extraviado, sus piernas comenzaban a cansarse así que paró a sentarse en unas rocas cerca de un estanque con orillas congeladas que encontró. 

Esto es malo, ¿qué pasa si nunca regresa, lo atacaría algún pokemon salvaje?, ¿qué será de su madre?, el frío acabaría matándolo si no hallaba una forma de volver, pero la zona en la que está es completamente desconocida así que de nada servía buscar más caminos si solo lo llevarían a extraviarse más de lo que estaba. 

"¿Qué podía hacer?, ¿Qué debía hacer?" eran preguntas que corrían dentro de su angustiada cabeza "Piensa en algo Ralts, piensa piensa piensa piensa".

De repente el hambre también se hacía un problema, ¡oh cierto!, tenía consigo la bolsa con bayas, aún estaban frescas y gracias a Arceus no se congelaron tampoco, se secó las leves lágrimas que brotaban, abrió la bolsa, y justo cuando iba a darle un mordisco a una, es atraído por una misteriosa melodía, una enternecedora y bella melodía que de inmediato le hace perder el temor en ese momento.

?:~escogeré una flor roja~para dársela a ella...~

Era una hermosa voz, suave y frágil. Está en un problema muy preocupante del que tal vez no vaya a salir muy fácil que lo hacía sentirse inquieto y temeroso, pero oír esa pequeña melodía le daba confianza, hasta hacía que se olvidara de aquel sentimiento de nerviosismo que lo opacaba.

Espera a un Nuevo Hogar  //pokecuento//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora