Capitulo 10

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Pov. Harry.

No recordaba sentirme tan nervioso antes, tal vez era por los nuevos planes que habían que no coincidan con mi línea de tiempo.

Las tribunas fueron llenándose y el ruido característico de la multitud me relajó lo suficiente para darme cuenta que Ludo Bagman estaba frente a mi.

—¿Qué tal te encuentras, Harry? —le preguntó, mientras bajabamos
la escalinata de piedra por la que se salía del castillo. — ¿Estás tranquilo?

— Estoy bien. – dije mientras observaba a todos acomodarse, las playeras rojo con negro que el padre de Luna había hecho me permitían distinguirlos.

La señora Weasley llegó junto con el señor Weasley antes de acabara la cena, el ambiente era tenso entre la madre de Ronald y yo, pero el señor Weasley hacia que la plática fuera tranquila.

El campo de quidditch estaba igual que la vez anterior, grandes setos hacían el dichoso laberinto que tendríamos que atravesar.

Bagman se alejó hacia las tribunas, dejándome tranquilo finalmente. Fleur, Cedric y Viktor estaban frente al gran hueco que era la entra al laberinto, todos parecían calmados aunque podía ver sus nervios a flor de piel.

Me acerqué a ellos, pero no hablamos,  más ocupados pensando en como llegar al centro del laberinto.

El cielo era de un azul intenso pero claro, y empezaban a
aparecer las primeras estrellas. Hagrid, el falso profesor Moody, la profesora McGonagall y el profesor Flitwick llegaron al estadio y se aproximaron a nosotros. Llevaban en el sombrero estrellas luminosas,
grandes y rojas. Todos menos Hagrid, que las llevaba en la espalda de su
chaleco de piel de topo.

—Estaremos haciendo una ronda por la parte exterior del laberinto —dijo la profesora McGonagall. — Si tienen dificultades y quiren que los rescaten, lancen al aire chispas rojas, y uno de nosotros irá a salvarlos, ¿entendido?

Asentimos de acuerdo, no habiendo necesidad de hablar.

Los profesores se fueron no sin desearnos suerte, el bullicio fue apagado en cuanto Bagman levantó su varita y lanzó un sonorus a su garganta.

—¡Damas y caballeros, va a dar comienzo la tercera y última prueba del Torneo de los tres magos! Permítanme que les recuerde el estado de las puntuaciones: en el primer puesto, con ochenta y siete puntos... ¡El señor Harry Potter, del colegio Hogwarts! —Los aplausos y vítores provocaron que algunos pájaros salieran revoloteando del bosque prohibido y se perdieran en el cielo cada vez más oscuro—. En segundo lugar, con ochenta y cinco puntos, ¡El señor Cedric Diggory del colegio Hogwarts! — los aplausos sobaron igual de fuerte. — En tercer lugar con ochenta puntos, ¡el señor Viktor Krum, del Instituto Durmstrang! — Más aplausos — Y, en cuarto lugar, ¡la señorita Fleur
Delacour, de la Academia Beauxbatons!

Observé de nuevo a las tribunas, frente a ellos estaba un pantalla de humo muy extraña que sin duda era el hechizo que Luna le recomendó a Flitwick para que todos vieran lo que sucedía.

Los broches que estaban en nuestras camisas debían ser los transmisores de imagen, por dónde el público vería la última prueba como si ellos la estuvieran haciendo.

—¡Entonces... cuando sople el silbato, entrará Harry! —dijo
Bagman—. Tres... dos... uno...

El silbato sonó, el broche en mi camisa se calentó y por la pantalla de humo observé la entrada al laberinto.

No corrí no había necesidad de hacerlo, entré calmadamente, había poca luz por culpa de los setos y la visibilidad era mínima.

— ¡Lumos! – murmuré haciendo que mi varita vibrara y una luz apareciera.

Hechicero SupremoWhere stories live. Discover now