Capitulo 13

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Dos días, les tomó dos días a Sirius y Remus comprender exactamente lo que quería decir Harry con lo de matar mortífagos, siendo el pelinegro más bajo el responsable de mostrar su recuerdo de lo sucedido después de que cortó la transmisión del broche.

Sirius había descartado rápidamente los asesinatos, por dos razones; la primera, eran mortífagos, algo infantil pero con la llegada de la guerra era más que obvio que habría muertes, y la segunda, Sirius vivió rodeado de mentes retorcidas y endemoniadas, desde su infancia e incluso en Azkaban, matar a alguien por la supervivencia no era realmente mal visto para él. Podría ser que la vida de su ahijado no hubiera estado tan en peligro en ese momento, pero en el futuro tal vez sí y prefería mil veces la muerte de los seguidores de Voldemort a la de su ahijado.

Remus tardó más debido a su lucha interna, llevaba tres lunas llenas sin tomar la poción matalobos, era difícil y su cuerpo algunas veces no comprendía los comandos dados por su cerebro, varias veces Sirius lo había tableado y encerrado para evitar que la tomara. Su mente empezó a conectar al lobo, aquella bestia que había querido en su primera transformación a pesar del dolor y que ahora odiaba, sus instintos le decían que Harry había hecho lo correcto, era la supervivencia de la manada a cambio de unas cuantas muertes, eso fue perturbador y no sabía reaccionar a lo que el niño que el vio fuera capaz de asesinar y confesar lo que había hecho sin remordimiento.

— ¿Sientes culpa por lo que hiciste, Harry? – preguntó Remus al inicio del tercer día, necesitaba que ese susurro que su lobo decía fuera falso.

— ¿Hablas de matar a los mortífagos en el cementerio Rem? – preguntó el pelinegro deteniendo su copa de vino a medio camino.

Harry había tomado un gusto por el alcohol y la mayor parte del tiempo se podía ver al pelinegro de 14 años con alguna bebida en su mano.

— Si. – confirmó el castaño.

— ¿Sentir culpa? No lo creo, no puedes sentirla si lo que querías era asesinarlos realmente. – contestó acomodándose en el sillón en el que estaba. — Realmente quería hacerlos sufrir por lo que habían hecho en el pasado, matarlos lenta y dolorosamente, pero tenía poco tiempo así que solamente mandé un hechizo explosivo y unos segundos después solo había sangre y partes.

Harry se levantó de su asiento y se acercó a Remus como una serpiente rodeando a su presa, un lobo que intentaba desesperadamente ver un cachorro en lugar de la serpiente.

El pelinegro no podía decir que la guerra lo había dejado bien, por supuesto que no y si le preguntaran diría que si para evitar asustarlos con la insana necesidad de ver sangre, sus pesadillas en algún momento se volvieron sueños, las ganas de sentir dolor por la maldición cruciatus o el anhelo de sentir miedo en situaciones dónde se debía tenerlo.

Luna sabía que Harry estaba transtornado por la guerra, ella tambien lo estaba porque era imposible no salir de ella sin traumas acechando como depredadores a sus presas y era ciertamente excitante para ambos.

Lo hablaron mucho entre ellos, nadie podía saber lo que había sucedido en verdad así que eran ellos dos con sus pesadillas contra el mundo, un mundo que todavía no estaba tocado por la guerra que ellos habían librado con cientos de muertes a sus pies.

— Como cualquier alfa defenderé a mi manada de cualquier peligro potencial, Luna, Hermione, Fleur, Parvati, Padma, Susan, Daphne y Astoria son mi manada, algunas todavía no lo saben, pero lo que no saben no les hace daño. – dijo antes de poner una mano en el hombro del lobo, el cual retuvo un gruñido sus ojos brillando en dorado. — Mi dulce manada fue atacada cuando era joven y no pude defenderla, los betas no pudieron hacer mucho confiando en un omega, está vez protegeré bien lo que queda de ella, así me tenga que manchar de sangre las manos una y otra vez, porque decidí regresar y me dieron una misión que pienso cumplir...

Hechicero SupremoWhere stories live. Discover now