Jack Conway #02

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— ¿Desde cuándo comenzamos a hablar de Roy? — preguntó. Era un día lluvioso afuera, pero en las vacías oficinas de la CNI, al parecer, solo ellos dos estaban trabajando en una sesión antes de navidad, lo cual a Conway le tenía sin cuidado, pues odiaba los días festivos y no los celebraba desde que su familia fue asesinada.

En el caso de su psicóloga, esta tenía una familia, pero muy lejos de Los Santos. Sin embargo, aprovechaba las festividades para dejar de pensar en la vida de los demás y dedicarse a la suya, por lo que la idea de tener días libres por obligación no le para nada desagradable.

Hace casi dos años se veía cada jueves sin falta con el superintendente de la ciudad. Los primeros seis meses debía aceptar que fueron un chasco: muchas peleas, muchos malos entendidos, mucho tiempo perdido en conocer lo difícil que era ese hombre, pero una vez que bajó la guardia y entendió que ella no le iba a hacer daño, ni tampoco era una doble espía, pudieron comenzar a hablar.

Eso pasó y coincidió con la fecha de la muerte de sus primeros policías. La muerte de los próximos dos, fusilados ante sus narices, casi le hacen perder la cabeza; sobretodo porque Ivanov era lo más parecido a algo "cercano" a él junto a Volkov, su comisario.

— Desde que lo mencionas mucho, Jack — suspiró ella.

— Luces como una puta abuela con esa manta en las piernas — observó Conway, soltando una corta risotada. Casi dos años para que se atreviera a comentar cosas así y, en algunas ocasiones, le llamara "niña", asegurando que la estaba viendo crecer cada jueves de charlas aleatorias.

— Pues no soy inmune al frío — confesó ella. — ¿Puedes contarme sobre él?

— ¿Roy? — se extrañó, como si no lo hubiese estado mencionando cada sesión últimamente. La mujer asintió. — Él fue mi capitán y mi instructor en los marines.

— ¿Cómo era?

Conway se levantó de su asiento y sacó un cigarro de su cajetilla para fumar un poco. Roy Smith fue una de esas personas que lo ocupó todo en su interior y que, al igual que su familia, también se lo llevó todo cuando se fue.

— ... Estuviste bien — fueron las palabras que escogió su capitán la primera vez que decidió que era correcto felicitarlo, después de muchos chascos y muchas cosas que corregir y aprender a diario. Él le sonrió.

— Creo que voy a llorar, ¿En serio? ¿Es todo lo que tienes que decirme?

Y él no se guardaba las palabras como los demás soldados, en eso siempre había destacado. Smith le miró con una sonrisa y las cejas alzadas.

— Vuelva a hablarme así, soldado, y a la próxima le felicito a ostias — aseguró.

— Estoy listo — lo desafió.

El capitán se ajustó la chaqueta y meneó la cabeza.

— No estoy para gilipolleces y aún te falta un resto. Algún día, sin embargo; algún día estarás listo para enfrentarme.

— Él era... muy correcto, muy justo — recordó, fumando mientras miraba la ciudad desde lo alto. — Desbordaba muchas cualidades, pero a la hora de actuar era preciso y calmo. Lo vi hacer lo que debía hacer con la calma con la que estamos hablando ahora. Fue lo primero que me impresionó cuando estuvimos en la guerra.

— Me parece que es como un opuesto a ti ¿Cómo funcionó esa amistad?

Conway se giró y la miró con el ceño fruncido.

— Nunca dije que fuéramos amigos.

— ¿Qué sino?

Smith le puso una mano en el hombro, habían hecho carreras en la playa hasta que amaneció, vigilando sus puestos de campaña y el frente mientras se ejercitaban. El cómo habían pasado de trotar en silencio a probar quién podía patear el trasero del otro corriendo era un misterio.

Psyché || spainRPWhere stories live. Discover now