Capitulo 14

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- ¿Por qué me dejas ir? - le pregunté algo intrigada a Carl.

Estamos caminando hacia la entrada de Alexandria. Allí tenían autos y Carl tomaría uno para llevarme de regreso al Santuario.

- ¿Qué no es eso lo que quieres?

- Sí, pero creí que me la harías más difícil.

- No. Quería ver si podía hacerte volver, pero esta claro que no.

- No tengo que volver de ningún lado. Esta soy yo.

- Esta no eres tu y lo sabes. Sé muy bien que en el fondo lo sabes.

No respondí nada. Ya habíamos llegado a la entrada y Gabriel se encontraba allí con Judith. Esa niña si que había crecido. Parecía tener unos cinco años de edad. Al vernos corrió hacia su hermano, y lo abrazó. Una pequeña sonrisa inconsciente se formó en mi rostro. Al darme cuenta volví a mi expresión neutra.

- Hey, parece que alguien me extraño.

- Ha estado preguntando por ti toda la mañana - comento Gabriel - Hola, Sia.

- Hola - respondí neutra.

- ¿Quién es ella? - le preguntó Judith a Carl en voz baja, pero todos pudimos oírla.

Carl dirigió su vista a mi y me encontré con sus ojos. Esos ojos azules. Esos malditos ojos azules. Corrí mi mirada hacia un costado para dejar de verlo.

- Es una vieja amiga - respondió - ¿No la recuerdas?

Dirigí mi vista a Judith y noté como comenzó a inspeccionarme.

- Me suena familiar - dijo tímidamente.

Algo dentro de mi se movió. Me causo ternura ella. Le dediqué un sonrisa.

- Soy Sia.

Ella me sonrió también pero no dijo nada.

De repente sentí que algo se lanzaba encima mio. Me empujaba las piernas y de pronto saltó encima de mi. Lo siguiente que sentí fue una lengua por todo mi rostro y no pude evitar reír. Esa cantidad de pelo, estaba muy suave y olía bien. ¡No podía creer que me había olvidado de él!

- ¡Stanley! - me agache para quedar a su altura - ¿Cómo has estado chico? - le pregunté mientras acariciaba su cabeza y este no paraba de mover la cola.

- Te extraño más que cualquiera - habló Carl.

- Gracias por cuidarlo - le agradecí con una sonrisa sincera.

- No hay de que - me sonrió.

Ni siquiera pensé en Stanley cuando me fui. Y con todo lo que pasó después menos. Un sentimiento de culpa me invadió por completo. Lo había abandonado y con ello, la promesa que le había hecho una vez a una amiga. Me sentía mal, había sido una completa idiota. Quería quedarme pero no podía. Llevármelo no era una opción. Aquí estaría a salvo, cosa que en el Santuario estaba segura que no sucedería. Besé su cabeza y apoyé mi frente en ella.

- Lo siento tanto - susurré.

Una lagrima amenazó con salir pero la detuve. Me puse de pie rápidamente. Tenía que irme de aquí. Millones de recuerdos y sentimientos empezaban a llegar a mi, y no podía permitírmelo.

- Tengo que irme - hablé mirando a Carl. Este asintió con la cabeza.

- La llevaré de vuelta al Santuario, por si alguien pregunta. Volveré en unas horas - le avisó Carl a Gabriel.

- De acuerdo. Si no estas aquí de regreso en tres horas, daré alerta.

Carl asintió y me hizo una seña para que lo siguiera. Subimos a un auto y emprendimos rumbo.

- ¿Por qué tenías que irte? - preguntó luego de una rato.

- Tengo asuntos que resolver - respondí indiferente.

- ¿Se puede saber cuales?

Lo miré y por un segundo pensé si contarle o no. No era nada grave o que necesitara de absoluto secreto. Da igual.

- Tengo que resolver un asunto de negocios con un grupo llamado Quimeras.

- ¿Con los Quimeras? - me preguntó sorprendido y alarmado - ¿Sabes quienes son esas personas?

- Por supuesto que sí.

- Son muy peligrosos, Sia.

- No les tengo miedo. Tienen algo que nos pertenece.

- Vaya, sigues igual - murmuró.

- ¿A qué te refieres? - le pregunté y me miró un segundo. Luego volvió la vista a la carretera.

- Que sigues igual en lo ruda que eres. Eso si que no cambio. No le tienes miedo a nada.

- No sirve de nada tener miedo. Te hace débil, y los débiles se mueren.

Carl asintió levemente con la cabeza. Y volvimos al silencio.


Estábamos a medio kilómetro del Santuario. Le pedí que me dejará aquí. No quería que los guardias lo vieran, levantaría sospechas y además podrían dar aviso a Negan. Y digamos que no era lo que quería.

- Bueno, hasta aquí - hable - Antes de irme, necesito pedirte un favor.

- Dime.

- Cuida a Stanley por mi.

- Sabes que podrías hacerlo más fácil al volver y hacerlo tu. No es necesario que hagas esto. Que te quedes aquí.

- Yo estoy bien aquí. Solo te pido ese favor. Sé la persona que no he sido para él. Cumple la promesa que le hice a Lucy por mi.

Suspiro y me miro comprensivo.

- Esta bien - acepto.

- Gracias.

Abrí la puerta del copiloto para bajar pero me detuvo, tomándome del brazo. Mire su mano y luego a sus ojos.

- Sabes que esta no es la decisión correcta.

- Tengo que irme - dije firme.

- Si te arrepientes... Si quieres volver, serás bienvenida. Sin resentimientos.

- No será necesario...

- Solo espero que no me golpees.

- ¿Por qué?

- Por esto - dijo para acto seguido besarme.

Una corriente paso por todo mi cuerpo. Una sensación de hogar, alivio y tranquilidad se depositó en mi. Le seguí el beso, se sentía bien.

Mi mente me dieron una cachetada interna y me separe de él. NO. No iba a volver.

- Vuelve conmigo - suplicó.

- Esto no cambia nada - dije fría.

Salí del auto y comencé a caminar hacia el Santuario, con la cabeza hecha un desastre. Ahora mismo, me sentía muy confundida.

- ¿Sabes? - gritó Carl desde el auto y frené sin girarme - ¡Eso no se hace! Entrar en la vida de alguien, hacer que te quieran y luego marcharte.

Suspiré y seguí mi camino. Estaba comenzando a replantearme cosas que no estoy segura si debería. Mierda.

This is war (Carl Grimes y tu) // 3° temporada TERMINADAWhere stories live. Discover now