LA PRINCESA EN LA TORRE

44 3 2
                                    

Había una vez una princesa que llevaba años encerrada en una torre, el observar a numerosos caballeros ser vencidos por el dragón que custodiaba la torre había alimentado su desesperanza, resignándose a ser rescatada. La princesa no odiaba vivir en la torre, tenía aquel amplio espacio para ella, los criados del castillo se encargaban de que siempre hubiera comida, tenía una enorme dotación de pinturas acrílicas y un enorme lienzo, había una gran cantidad de libros que estaban a su disposición, ¿Qué más podría querer? Nada…Bueno, tal vez alguien que la amara y con quién pudiera compartir todo aquello que se le había dado.

Un día, después de mucho tiempo la princesa oyó el galopar de un caballo pero no le dio importancia.

“Solo es alguien que recorre de paso estos caminos”, pensó la princesa.

Pero cuando escuchó una espada ser desenvainada y el rugir del dragón supo que alguien había acudido a su rescate, aún así no se asomó por la ventana, no podía ver a otro caballero ser derrotado por el temible dragón, pues a pesar de todo quería ser salvada y ver a otro caballero ser derrotado sin duda acabaría con la poca esperanza que muy dentro poseía. Un grito la sacó de sus pensamientos.

-Princesa dígale al dragón que se detenga- Dice quien está en la entrada de la torre peleando contra el dragón.

-¿Disculpe?- Dijo incrédula la princesa.

-Princesa, dígale al dragón que se detenga- Repitió.

-No creo que funcione así, usted debe derrotarlo en batalla- Le dijo la princesa.

-Por favor princesa, confíe en mí y haga lo que le pido- Pidió el rival del dragón.
La princesa no creía lo que oía, aún así hizo lo que se le pidió. Que perder más que si tiempo.

-Dragón no ataques al visitante- Dijo la princesa.

En ese mismo momento el dragón se echó, como si de un cachorro se tratara. La princesa no lo podía creer.

“Por fin alguien ha vencido al dragón”, pensó llena de emoción.

El portador de la armadura pasó al lado del dragón y este ni se inmutó, al ver esta acción la princesa corrió escaleras abajo rápidamente, saltando de dos en dos los escalones llegó y abrió la puerta para conocer a su salvador.

Ahí estaba de pie frente a ella con la espada envainada, se quitó el casco dejando caer una larga melena de fuego, los ojos de la princesa la recorrieron de arriba  abajo, pasando por la bella sonrisa en sus labios para después posarse en sus verdes ojos, sintiendo un calor recorrer su cuerpo.

-Princesa, ahora es libre- Dijo la pelirroja.

La primera está pasmada, no sabía que debía decirle a la bella dama frente a ella así que habla sin pensar.

-¿Es usted bella dama quien me ha liberado de las garras del temible dragón?- Dijo la princesa sin poder ocultar su asombro.

-¡Oh princesa! Quién ha vencido al dragón ha sido usted, no me otorgue el mérito de algo que no he logrado- Le respondió la portadora de la armadura.

-¿Cómo ha sabido usted que con el simple hecho de que yo ordenara que cediera este me obedecería?- Preguntó la princesa.

-Estaba de paso en un pueblo cerca de aquí, me he detenido en el mesón y en mi estancia ahí me han contado la historia de una princesa que vivía en una torre donde ha sido encerrada por sus padres como una prueba para conseguirle esposo, quien venciera al dragón que custodiaba la puerta obtendría la mano de la princesa en matrimonio, también me han dicho que muchos caballeros han intentado en vano vencer al dragón, entonces pensé en verlo con mis propios ojos y heme aquí, en cuanto a su pregunta mientras peleaba con el dragón he pensado, ¿Por qué nadie puede vencer al dragón? Y aunque la respuesta ha tardado en llegar a mi mente, logré descifrarlo, esto no era una prueba para no ningún caballero sino para usted- Contó la pelirroja.

-¿Entonces tomara usted mi mano en matrimonio?- Preguntó incrédula la princesa.

-Usted ha vendido al dragón, usted no le pertenece a nadie más que a usted misma- Respondió la dama.

La princesa no sabía que hacer, siempre pensó que cuando saliera de la torre se casaría con su salvador pero ahora que sus planes sido truncados…¿Qué haría la princesa ahora? En lo único que podía pensar era en la pelirroja hermosa frente a ella, así que decidió hacer algo al respecto.

-Si es así, la invito a pasar a mi torre, estoy segura que pelear contra ese dragón la habrá dejado hambrienta, podemos disfrutar juntas de un delicioso almuerzo y podré mostrarle el interior de la torre- Dijo la princesa.

-Encantada princesa- Dijo sonriente la pelirroja.

Durante el almuerzo ambas platicaban acerca de lo que les gustaba. La princesa le contó a la bella dama sobre los libros que había leído y sobre todo lo que le había pintado, por su parte la dama le contó a la princesa sobre los lugares en los que había estado, ambas escucharon a la otra con gran atención y se mostraron verdaderamente interesada por la otra, charlaron tan animadamente que la noche cayó, cuando la princesa se percató de aquello le ofreció a la bella dama que se quedara en la torre al menos por esa noche y para la alegría de la princesa la dama aceptó.

A la mañana siguiente la bella dama tenía que irse.

-Lo siento princesa debo seguir mi camino- Dijo apenada la pelirroja.
Y la princesa no pudo más que decir.

-Llévame contigo, por favor, quiero conocer el mundo a tu lado- Pidió la princesa.

-Supongo que mi caballo podrá llevarnos a las dos- Dijo sonriente la pelirroja.

La dama subió al corcel, tomó la mano de la princesa y la ayudó a subir, y juntas cabalgaron sin rumbo hacia un nuevo destino, sin saber ni pensar que les deparará el futuro.

RetazosWhere stories live. Discover now