Un sándwich

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*Está historia fue escrita bajo las condiciones del reto de julio 2020 del Torneo de Diamantes de la editorial Wonderland*

—Te lo digo Marcos, él tiene que ser el padrino de nuestro hijo —digo con vehemencia para luego sentarme en el sillón y acariciar mi barriga de ocho meses y pico.

—Pero que hay de mi primo Erick, él me dijo que quería ser el padrino de Dante y él es de la familia —dijo él sentándose a mi lado.

Volteo mi rostro para verlo.

—Y Rodrigo es mi hermano del alma eso es mayor que cualquier lazo sanguíneo. —Con ese argumento en el aire dejo que él se lo piense mejor.

Tiene dos opciones: Seguir discutiendo conmigo o ceder.

Elige la segunda.

Después de eso paso una semana pensando cómo decirle a Rodrigo la noticia pues para mí es algo importante, el padrino es quien debe ayudar a los padres a guiar al niño, ser un ejemplo a seguir, consideró que no es un rol que deba tomarse a la ligera y estoy segura de que mi mejor amigo es la mejor opción.

Entonces por fin llega el día, le digo a Rodrigo que venga al departamento dónde mi marido y yo vivimos, Rodrigo y yo hablaremos a solas y luego llegarán nuestros demás amigos y familiares para decirles la noticia.

Tocan la puerta debe ser él o a Marcos se le olvidaron las llaves, voy hacia la puerta y la abro.

—Hola —dice Rodrigo mientras me abraza con dificultad debido a mi barriga.

—Hola, hola, pasa vamos al comedor está a punto de tomar una merienda —le digo intentando no sobrepasarme con mi alegría.

Me sigue en el recorrido mientras me pregunta.

—Dijiste que querías hablar conmigo en persona, ¿Sobre qué es?

—Una cosa, nada espectacular, tranquilo, tenemos tiempo —digo aplacando sus ansias.

Llegamos al comedor y me siento frente a un sándwich que está partido a la mitad, Rodrigo se acomoda frente a mí. Tomo una mitad del sándwich y se la ofrezco.

—No gracias, come tú, yo no soy quien trae un bebé en el vientre y por lo tanto tiene que comer por dos —dice con ese tono amable tan característico de él.

Sabía que no iba a aceptarlo así que intento algo que no puedo fallar.

—Insisto, no me gustaría que me vieras comer y tú no lo hicieras, además es de mermelada de mora —dije extendiendo mi brazo con el bocado.

Se lo piensa un poco.

—Está bien. —Cedió al final y tomo el alimento.

Por alguna razón siento un poco de dolor en el vientre pero lo ignoro.

—Provecho —dice.

—Provecho —repito yo.

Espera a que le dé un bocado a mi sándwich para comer el suyo, y cuando lo hace pone una expresión de extrañeza en el rostro.

Él mira con detenimiento el alimento y notan que hay una pequeña bolsa con algo en su interior: un papel doblado. Saca la bolsita y la abre, saca el papel y lo desdobla, yo no puedo evitar mirarlo con curiosidad.

—Por favor se el padrino de Dante —lee él directo de la nota.

—Siempre recordaré cuando hace 22 años cuando a mis 6 añitos tuve que ser la chica nueva y un niñito con el cabello lleno de rizos se acercó a mí en el receso para ofrecerme un trozo de su sándwich de mermelada de mora —dije con una mezcla de nostalgia y alegría.

—Después de nos volvimos inseparables —dijo él con una sonrisa.

—No sé qué hubiera hecho sin ti —dice con total honestidad, empiezo a llorar y en mi interior culpo a las hormonas del embarazo.

—Te puedo asegurar que yo tampoco sé que hubiera hecho si esa niñita que usaba dos colitas hubiera entrado a mi vida aquel día. —Se levanta de su silla y se acerca a abrazarme.

Y entonces vuelvo a sentir dolor otra vez pero más fuerte que incluso grito de dolor.

—¡¿Qué pasa estás bien?! —dice Rodrigo alarmado— ¿Te hice daño?

No sé qué sucede lo único que pienso es que debo ir al hospital, pero Marcos está fuera comprando cosas para la reunión sobre el anuncio del padrino.

—Llévame al hospital por favor —atino a decir.

—¡Claro! —dice él con un tono que me hace pensar que el también buscaba una solución y yo se la di.

Me carga fuera, bajamos por el elevador y me sube con cuidado a su coche, conduce con rapidez y llegamos pocos minutos.

Entramos al área de urgencias, Rodrigo me lleva cargada de nueva cuenta, se acerca a una enfermera.

—Algo le pasa a mi mejor amiga —le dice con miedo en la voz.

—¿Qué sucede?¿El bebé ya va a nacer? —pregunta la enfermera al ver mi estado.

Estoy a punto de responder pero Rodrigo me gana.

—Se supone que nacerá dentro de dos semanas.

Me sorprende saber que él lo sabe pero no digo nada.

Mientras está conversación se llevaba a cabo ya me habían puesto sobre una camilla y estaban a punto de llevarme a revisión cuando mi mejor amigo me dice.

—Llamare a Marcos, oye tranquila —dice mientras apreta mi mano—, antes que lo olvide —me sonríe—, claro que quiero ser el padrino de Dante.

Le sonrió y entonces me alejan de él.

Después de todo resultó que eran contracciones falsas pero fue una buena historia para contarle a Dante sobre cómo fue cuando le pedí a Rodrigo que fuera su padrino, a mi pequeño siempre le gusta que su padrino le cuente esa historia.

RetazosWhere stories live. Discover now