Dos: El límite de una amistad

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— La señora Kang vendrá a las siete a buscar el trapo que se encuentra en la cocina, junto a la nevera. Dile que lo limpie por el lado blanco ya que el rojo mancha, pero que también lo lave después de usarlo. A las ocho y quince pasa el camión de basura, ¿podrías sacarla? —Minho, quien se aguantaba las ganas de reír, asintió mordiendo su labio— Gracias y te prometo compensarlo. Oh, hay un gatito callejero que le gusta venir entre las ocho y las nueve. Le compré comida, está en el mueble donde guardo los condimentos. Solo debes echarle un poco en un pocillo verde y dejarlo fuera de la puerta. Creo que eso es to- ¡ah! Casi se me olvida algo muy importante; nunca debes-.

— Nunca debo dejar que se me acerque Kim Jennie del 15 porque es de las novias tóxicas que solo buscan hacer drama con su novio. Tranquilo, me lo dijiste ayer antes de pedirme que te besara todos los viernes. —quiso soltar una carcajada, pero la retuvo después de recibir un golpe amistoso del menor

— No me recuerdes eso, es vergonzoso. —suspiró, aunque también rió bajo y tomó su celular y llaves, dándole una última mirada a su amigo antes de siquiera intentar poner un pie afuera— ¿Estarás bien solo?

— No te preocupes. Si alguien me intenta asesinar, gritaré o lo golpearé con lo primero que encuentre a mi alcance. De todas formas saldré en algún momento a comprar algo para comer o a caminar. Tú disfruta tu salida, Hannie.

Jisung le sonrió e hizo un gesto de despedida con la mano para finalmente abandonar su departamento. Al fin Minho pudo tirarse al sillón y chillar como el adulto joven hormonal y sensible que era.

"Jising, ¿istis dispinibli piri isti tirdi?" —bufó, recordando la sonrisa que puso su amigo luego de leer el mensaje proveniente su celular.

O más bien, el mensaje iba así: "Jisung, ¿estás disponible para esta tarde? Hace mucho no salimos y nuestra última cita no resultó muy bien. ¿Te parece juntarnos en el mismo café a las seis y media? Espero que no faltes, extraño a mi ardillita~ <3."

— "Ixtriñi i mi irdilliti" —chilló nuevamente al recordar esa frase— ¡En ningún momento fue suyo! Maldito descarado hijo de la papaya. ¡¿Cómo se atreve a quitarme a mi amigo cuando acaba de llegar de trabajar?!

Decir que no estaba molesto — y celoso — sería una de las más grandes mentiras.

Porque, es cierto; Jisung había llegado hace sólo una hora. Se sentaron a comer y recibió un mensaje, resultando ser su más reciente ligue. Así, pasó la hora viendo correr al menor de aquí para allá mientras él devoraba con gusto su emparedado.

Era normal, se había acostumbrado a ver a Han siempre ocupado y teniendo compañía, puesto que era muy coqueto, sabiendo aprovechar de sus bonitas facciones.

Conocía muy bien a su amigo: era alguien coqueto, bromista, tierno, gruñón al despertar o tener hambre, tímido e iluso cuando se trata del amor y un ser muy transparente. Era fácil notar cuándo estaba feliz, triste u otras emociones que no son fáciles de notar en cualquier persona. Y claro que con esas características, sumándole su persona muy linda a la vista y sus múltiples talentos, más de uno había caído ante los encantos de Han Jisung.

Para su desgracia, él era uno de ellos.

Siempre le tuvo un gran cariño que por supuesto, todos consideraban algo inocente; hasta él. Pero, mientras iba creciendo, iba cayendo más en cuenta de que su forma de ver al castañito había pasado los límites de una amistad.

¿Y cuál era el límite de una amistad?, ¿de SU amistad?

Exactamente: el amor.

A los diecinueve pudo ser completamente consciente de que lo que sentía por su amigo era más que simple gusto. Sin embargo, se resignaba a la idea de confesarse. Le asustaba recibir una respuesta negativa, pero también positiva.

Friday KissWhere stories live. Discover now