Ocho: Primo

628 86 7
                                    

Todo en casa estaba relativamente normal. Jisung se veía animado y comenzó a asear el departamento, claramente Minho decidió unirse y dejaron cada habitación y esquina impecables.

Ese finde semana Jisung planeaba pasarlo bien y el lunes ir con todas sus energías a trabajar y luego a estudiar. Tenía todo organizado en su mente y de veras su ánimo había cambiado mucho comparado al día anterior y posterior.

Por otro lado, teníamos a Minho, quien estaba que se arrancaba el dedo de tanto morder sus uñas. Ese pensamiento de que a su Hannie posiblemente le gustara su primo lo tenía incómodo y pensativo. Su cuerpo actuaba contra su voluntad, rascándose constantemente, actuando distraído y en las nubes cada que Jisung le hablaba. Por esto mismo, a Han no le costó mucho tiempo darse cuenta de que algo andaba mal.

— ¿Hay algo que me quieras contar? —Minho pegó un salto al escucharlo. Lo había pillado en su mundo, con esa maldita... y hermosa sonrisa victoriosa.

No contestó.

Después de ordenar, se sentaron a descansar y ver un par de películas, pero Minho no tomaba atención y ni palomitas comía, cosa que hacía sentir mal a Jisung ya que detestaba comer solo. Hizo el amago de alegar, pero se vio interrumpido por la voz contraria.

— N-No, creo —habla, confundiendo al pobre Jisung, quien solo busca el origen del problema de su amigo—. Digo, creo que sí, pero no sé si estés de acuerdo.

Entonces comprende que habla de su anterior pregunta, por lo que se acomoda en su lugar y le regala toda su atención.

— Suelta la pepa, hombre.

— Youngjo me invitó a una cena y dijo que podía invitarte también, desea verte después de tanto. Pero claro, sí no quieres no pienso llev—

— ¡Qué buena idea, MinMin! —diablos, no era lo que Minho quería escuchar— Hace mucho no lo veo, ¿de verdad puedo asistir? Aunque no tengo un traje... debo verme presentable para verlo, ¿crees que le importe el atuendo?

Se quería ver bien para él, estaba emocionado por volver a verlo. De veras él...

Si así era, se encargaría de dejarle en claro a Kim Youngjo el gran tesoro que tenía entre sus manos y él no era precisamente un noble como para no querer quitárselo.

🎀

— ¡Minho hyung, me gusta!, ¡por favor acépteme!

— No seas idiota, eso no servirá. —regañó un pequeño Youngjo, cruzando los brazos mientras pensaba en una mejor forma de que su amigo y su primo acabaran juntos.

Un Han Jisung y un Kim Youngjo de 12 y 13 años esperaban en un parque a que Minho llegara, mientras ideaban un plan para que el pequeño enamoradizo Han se le confesara al fin al mayor. Pero... no resultaba cómo lo esperado; Jisung era un primerizo en el amor.

— ¿Por qué? Es lo que dicen los enamorados en los dramas. —pregunta inocentemente, sentado en una banca del parque junto a Youngjo, jugando con sus deditos en un acto de pura pureza como la que lograba irradiar con cada acción y palabra. O al menos así lo veía Youngjo, demasiado ingenuo para amar.

— Pero no estás en una novela romántica, Sunggie. —regaña, tratando de sonar lo menos duro posible con el menor enamorado— Hay mucha posibilidad de que te rechace, empezando porque no sabemos si siente algún tipo de atracción hacia los chicos. Además, ¡no puedes pedírselo como favor! Lo estarás obligando, las conquistas deben ser suaves y armoniosas para que te acepte justamente y no hayan arrepentimientos luego; ya sabes, como mis padres.

Lo cierto era que no le afectaba hablar de la separación de sus padres, sabía que su relación había quebrado hace tiempo y lo justo era que acabaran, total no habría mucho cambio.

Friday KissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora