taste | 10

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10: talk dirty to me.

Miyoung nunca paró de repartir húmedos besos por el cuello del chico, ascendiendo por su mandíbula y mordisqueando su oreja. Sus manos vagaban por sus piernas, toqueteando su erección mientras ignoraba por completo las advertencias de Jeno, que decía tendrían un accidente si seguía distrayéndolo.

Jamás se le había hecho tan largo el viaje al departamento de su abuela, pero lo que fue quizás una media hora se sintió como años. No dejó que pasara ni un segundo más, en cuanto estuvieron frente al edificio salió del carro y tiró de la mano del pelinegro para apresurarlo hasta el ascensor.

Presionaron el botón del piso correspondiente, y ella se abalanzó inmediatamente a sus labios con fiereza. A penas pudo seguirle el ritmo, en lo que daba por mucho el beso más sediento de su vida, lleno de mordidas y lametones obscenos que lo dejaron tan cachondo como jamás lo había estado por un simple beso.

En cuanto se bajaron, Miyoung agradeció haber dejado un manojo extra de llaves bajo una pequeña maceta en la entrada, porque ni de lejos había pensado usar el original ese día y ahora yacía sobre su mesa de noche en casa.

Ni siquiera esperaron a llegar a la habitación, en cuanto cruzaron la puerta volvieron a besarse y a restregar sus cuerpos, dejando que los chasquidos y gemidos adornaran el ambiente en lo que sus pares de manos tocaban todo lo posible.

Jeno no sabría decir cómo terminaron sobre uno de los sofás de la linda sala de estar, pero quizá caminar a ciegas era un talento oculto de Miyoung. Lo empujó sobre la cómoda superficie hasta que estuvo acostado con ella encima, y al instante le sacó la camiseta y comenzó a besar su pecho con devoción.

—Estás realmente buenísimo, lo sabes, ¿no? —gimoteó, pasando una mano sobre la ya dura polla todavía cubierta y así robándole unos cuantos jadeos—. Dios santo, no paro de pensar en chupártela todo el tiempo.

Era como si no tuviera pudor alguno.

—Y-Yo... Quiero que me la chupes —soltó en voz baja, un tanto tembloroso y ciertamente avergonzado, intentando distraerse del calor en sus mejillas al acariciar con delicadeza los pocos mechones rebeldes de Miyoung para posarlos por detrás de sus orejas.

Río— No es lo tuyo hablar sucio, huh.

—No diría que estoy acostumbrado —admitió, igual de bajo que la última vez y evitando el contacto visual.

—¿Y qué pasó con el tipo confiado que me acorraló hace un rato, que me podía "ayudar con taaantas cosas"? —alzó las cejas con una media sonrisa entre pícara y burlona, disfrutando de verlo enrojecer aún más de la pena—. Algo me dice que eso te salió por accidente, inconscientemente... —murmuró, apoyando la mejilla contra su pectoral y delineando los músculos de su abdomen con el dedo índice. Desde abajo logró conectar sus miradas, y Jeno sintió su erección doler al ver sus ojitos deseosos— Dime algo sucio a voluntad, anda.

—Miyoung, yo no... —negó con una pequeña risa nerviosa, atontado por la mezcla entre las suaves caricias y, sencillamente, su expresión tan... erótica. Se podía imaginar directamente echándole su corrida a esa jodida carita, viendo las gotas cayendo por su mentón para deslizarse por su cuello...

Mierda, estaba demasiado excitado.

—Vamos, dime cuán duro quieres tomarme.

Taste || Lee JenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora