Capítulo 34

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–Llevo solo cuatro días aquí y ya he cometido una gran estupidez, Vi. No debí hacerlo– Cassie suspiró, lo se arrepentía de nada, por supuesto que no, pero se sentía mal, estaba comprometida y le había fallado a Eckbert.

–Te guiaste por lo que en realidad sientes, Cassie, yo no voy a juzgarte– le respondió su amiga con gesto conciliador –¿Dónde está Cam ahora?

–No lo sé, morí de vergüenza al despertar junto a él así que tomé mis cosas y vine hasta aquí. No tengo cara para enfrentarlo.

La noche había sido placentera en extremo, se habían entregado por completo al deseo, a la pasión, a las ganas reprimidas. Luego del baño se habían ido a la habitación, donde las horas se volvieron eternas, hicieron el amor como nunca y se habían sentido genial, hasta que ella despertó la mañana siguiente y comprendió el error que había cometido.

Temió porque Cameron despertara y llegara el momento más temido: hablar. Así que salió de allí lo más pronto y sigilosamente posible, yendo a parar con Violet, rogando que él no la buscara, que entendiera la indirecta.

–No debiste dejarlo abandonado, Cassie, yo en tu lugar me lo hubiera tirado otra vez, con lo bueno que está– la pelinegra le guiñó un ojo y ambas rieron.

–La verdad es que sí lo está, y como lo hace, Vi, se ha vuelto un dios en la cama– se mordió el labio inferior, bajo la divertida mirada de su amiga –No puedo arrepentirme, no cuando me llevó al cielo y al infierno en el mismo viaje.

–¿Entonces?

–Estoy comprometida– le recordó y Violet chasqueó la lengua.

–Él no está aquí, deberías disfrutar mientras puedas.

–Es el peor consejo de la historia, amiga.

No podía volver a ver a Cameron de esa forma, lo mejor era irse a un hotel y mantener la distancia, pero de solo recordar lo que había pasado la noche anterior, moría de ganas de ir con él y que volviera a tocarla de esa forma tan intensa en que lo hizo. Le gustó sentirse amada, deseada, venerada. De esa forma en que Eckbert nunca la había hecho sentir.

¿Era acaso la peor mujer por pensar en eso?

No era justo para ella estar pasando por tan difícil situación, lo único que quería era disfrutar las fiestas y luego volver a su rutina, no era tan complicado.

–Tal vez sea el peor consejo, amiga. Pero es justo lo que quieres oír– le dijo Violet dejándola sin palabras.

Muy en el fondo sí quería escuchar que lo que hizo no estaba mal, que solo se estaba llevando por lo que sentía y que no lastimaba a nadie, cuando la realidad era muy distinta. Estaba tan confundida, que por un momento se arrepintió de hacer vuelto a Canadá, debió quedarse en su perfecta burbuja en Alemania.

–¿Cuando vamos a bautizar a las nenas?– decidió cambiar de tema para poder distraer su mente, sino se volvería loca.

–Lamentablemente, no hemos conseguido fecha con la iglesia. De verdad que me enferma esto, Cass, si de mí dependiera, ni siquiera lo hiciera. No llevo ninguna religión y no quiero obligar a mis hijas a llevar una sólo porque su abuela así lo quiere. Estoy a punto de mandarla al diablo– gruñó la mujer y Cassie rió. Su amiga era muy neutra con eso, pero su suegra era devota católica y un tanto pesada.

–Sabes que yo estaré de acuerdo con cada decisión que tomes.

–Eres la mejor, Cassie.

–Lo sé.

La puerta de la casa fue tocada tres veces con ímpetu, ambas mujeres se miraron y Violet alzó las cejas divertida. Las dos sabían quién estaba detrás de esa puerta y aunque Cassie quería escapar, respiró hondo, resignada a tener que enfrentar las consecuencias de sus actos. Era tiempo de dejar de actuar como una adolescente y empezar a ser un adulto. Era momento de una conversación con Cameron.

My Sweet Sin (+18)Where stories live. Discover now