Capítulo 40

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Ocho meses más tarde...

—La corte tiene un veredicto— anunció el juez.

Cassie se tensó ante aquellas palabras, sufriría mucho si la corte fallaba a favor de Eckbert, perdería lo que era, lo que tenía, incluso su nombre y temía por ello. Habían sido largos meses de sesiones, de presentación de pruebas, de decoraciones, buscar testigos. Había gastado cada centavo de su ahorros y su única esperanza era ganar la demanda.

Violet y Cameron habían estado a su lado en todo el proceso, se habían vuelto un equipo junto a la abogada, pero la última palabra era la del juez.

Acarició su vientre cuando una ligera molestia le atravesó. Tanto estrés y tensión le estaba haciendo daño a su bebé, su obstetra le había dicho que se relajara o tendría a su hijo prematuramente y era lo que menos quería.

—¿Estás bien?— susurró Cameron en su oído, tocando el mismo lugar que ella acariciaba.

—Me duele.

—Ya pasará, lo prometo— él besó la frente de Cassie y ambos prestaron atención a la decisión final.

—En respuesta a demanda impuesta por Cassie Taylor a Eckbert Neumann por derechos de autor, se considera que la demandante conserva los derechos de su nombre, coreografía y todo lo demás citado en el documento presentado. Se levanta la sesión.

Cassie sintió como su alma volvió a su pecho. Había ganado el juicio, conservaría lo que con tanto sacrificio había conseguido, no podía con su felicidad. Observó a Eckbert salir de la sala enojado, nunca quiso que las cosas acabaran tan mal entre ellos pero la vida daba muchos giros y era obvio que no conocía al hombre bajo la fachada de buen tipo.

Salieron de la sala y en la recepción abrazó a Cameron, él era parte importante de aquella victoria y amaba que hubiera estado cada minuto a su lado. Sintió unos brazos rodearle por la cintura, luego la fragancia favorita de su mejor amiga inundó sus fosas nasales causándole náuseas.

—Ay por Dios, sigo sin poder soportar tu olor— murmuró teniendo arcadas y Cameron rió.

—Lo siento, Violet, ya sabe como se pone cuando estás muy cerca— le dijo él a la pelinegra que rodó los ojos.

—Yo sigo pensando que estás exagerando— Cassie se volvió a verla, brindándole una mirada acusadora —¿Qué?

—Que hayas tenido embarazos perfectos, no significa que todas somos las favoritas de Dios— gruñó la joven, tras tomar varias respiraciones para alejar el asco.

Llevaba seis meses de gestación, todavía recordaba el momento en que junto a Cameron los descubrieron. Llevaba días sintiéndose mal, mareos, vómitos, y estaba instalándose en el apartamento de él cuando decidieron hacerse una prueba casera que salió positivo. Ella se había quedado en shock mientras Cam reía a carcajadas. Iban a tener un bebé y esa era la mejor noticia que podían tener en esos momentos difíciles, cuando la demanda estaba siendo llevada a cabo.

La noticia no tardó en llegar a oídos de sus amigos y finalmente a los oídos de Samuel, quien rogó perdón de parte de su hija para así poder formar parte de la vida de su nieto. La decisión aún no era tomada, pues él había hecho mucho daño en la vida de ambos.

—¿Vamos a comer?— preguntó Violet mientras salían de la corte, pero Cameron negó con la cabeza. Él tenía planes en privado.

—Lo siento, no podemos— le guiñó un ojo a su amiga y Cassie hizo un puchero.

—Pero yo sí quiero comer— replicó haciendo reír a su chico.

—Lo haremos, luego de que te muestre algo especial.

—Pero si ya ha visto tu pene repetidas veces— se burló la pelinegra, escandalizándolos con su comentario.

Cameron la regañó por su falta de filtro peor al final terminó sonriendo. Llevó a Cassie a su auto y se marcharon de allí pues no había nada más que hacer, la corte enviaría los documentos correspondientes en cuanto estuvieran listos.

Atravesaron la ciudad en dirección a la sorpresa que Cam tenía preparada. Le hacía mucha ilusión revelar por fin aquello en lo que había trabajado con tanto celo solo para ella. Arribaron a un edificio que parecía recién remodelado, los cristales estaba cubiertos con papel y no tenía afuera nada que revelara lo que había en su interior.

Cassie curiosa observaba el lugar se habían detenido, no entendía por qué estaban allí pues no había nada que ver en ese lugar. Aún así siguió a Cameron que con una sonrisa genuina sacó unas llaves de su bolsillo.

—¿Dónde estamos?— preguntó ella.

—Ya verás— dijo misteriosamente introduciendo la llave en la cerradura —Esto es especial y solo para ti.

Cameron abrió las puertas del local y lo que estaba adentro la hizo casi sollozar. Era un estudio de baile, enorme y completamente equipado.

—Cam— murmuró dando una vuelta completa en medio del salón —Esto es maravilloso.

—Quiero que sigas haciendo lo que amas y conseguí un buen precio a través de un amigo. Estaba seguro de que ganaríamos el caso y por eso preparé todo para hoy.

Ella saltó a sus brazos feliz de contar con alguien que la quería y la apoyaba incondicionalmente. Camero era todo lo que necesitaba para en su vida, era la persona correcta y siempre se lamentaría haberle dejado aquel día. Había aprendido que él nunca le haría tal cosa, que la amaba así como la lo amaba a él.

Lo besó, con amor, con entrega, demostrándole lo mucho que lo adoraba con un simple gesto.

Cameron la rodeó con sus brazos, lo mejor que le había pasado en la vida fue conocer a Cassie, desde el primer momento en que la vio fue la mujer de sus sueños. En ese instante quiso hacer las cosas bien, había un anillo, estaban esperando su primer bebé, era el momento perfecto para dar el siguiente paso a una gran vida junto a su chica.

Se separó de ella solo para ponerse de rodillas, tomó a su bebé entre sus manos y contempló la hermosa y emocionada sonrisa de Cassie.

—Cassie Taylor...

—Sí— lo interrumpió ella haciéndole reír –Sí, sí y siempre sí.

Volvieron a fundirse en un beso que sellaría por siempre aquella inusual pero encantadora propuesta.

—Te amo, bonita.

—Yo te amo más, Camy.


Fin

My Sweet Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora