Capítulo 38

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—No quiero regresar— dijo Cassie haciendo un puchero, mientras Cameron dirigía el auto hasta el residencial donde estaba la casa de su madre.

Los días habían paseo muy rápido en la cabaña. El tiempo que duraron juntos no fue suficiente para saciar la necesidad del uno al otro, morían por retomar el camino a las montañas de nuevo, pero Cameron debía volver al trabajo.

Fueron tres días increíbles que ninguno de los dos olvidaría, habían demostrado lo mucho que todavía se amaban y lo tanto que se extrañaban. El tiempo que duraron separados desapareció mientras estaban allá, fue como si nunca se hubieran alejado. El amor, la pasión, la paz y la complicidad que tenían eran envidiables, y había quedado demostrado que su almas estaban unidas y que no importaba la distancia, ellos seguían amándose a pesar de todo.

Cuando el auto se detuvo frente a la casa de Meghan, Cassie quiso salir corriendo. No quería dejar a Cameron, había estado tan a gusto con él que solo podía pensar en la posibilidad de una vida juntos, de una nueva oportunidad para los dos.

Cameron por su lado tenía una sola cosa en mente: Cassie le pertenecía y haría cualquier cosa para no dejarla marchar de su lado. La amaba y era lo único que podía pensar. Era la mujer de su vida, siempre lo fue y siempre lo sería.

—¿Te veo esta noche?— le preguntó cuando ya era momento de despedirse, pues él debía ir a su consultorio.

—No quiero que te vayas— refunfuñó la chica —No quiero separarme de ti— se inclinó hacia él para besarlo. Moría por seguir teniendo sus labios en su boca y por todo su cuerpo.

—No me hagas esto, Cassie. Me gusta pensar que soy un hombre responsable— murmuró él sobre los labios femeninos, luchando consigo mismo para no meterse con ella a la casa y hacerle el amor.

—Odio que tengas que ir a trabajar— Cassie hizo un mohín que Cam besó con ternura.

—Terminaré temprano y luego vendré por ti para irnos a mi apartamento. ¿Te parece?— acarició suavemente el rostro de su chica, quien sonrió aceptando la oferta.

—Te esperaré.

—Hazlo.

Volvieron a besarse, con anhelo desde el primer momento, con ganas, con amor. Tanto que el acto se subió de tono, al punto que Cassie terminó sobre el regazo de Cameron. A punto de derrochar su deseo en plena vía pública, el sonido de un claxon los hizo volver a la realidad.

Se miraron fijamente a los ojos, sus miradas impregnadas de lujuria contenida. Había mucho fuego por apagar aún, ese viaje había sido el comienzo.

—Te veo más tarde. Te amo— se despidió ella con una sonrisa antes de bajar de sus piernas y posteriormente del auto.

Cameron la vio alejarse hasta que se perdió dentro de la casa. No podía creer que estaba sucediendo, que todo iba tan bien. La tenia de nuevo, era su mujer, su vida y la estaba recuperando, luego del engaño de Samuel. Sonrió satisfecho antes de poner en marcha su auto y salir de allí. Era el hombre más feliz del planeta en ese momento.

Cassie atravesó el pasillo de la casa para ir directo a su habitación. Quería darse una ducha, quitarse el olor de Cameron de encima o soñaría despierta todo el día a consecuencia de ello. Sin embargo se paralizó a medio camino cuando escuchó una voz conocida y de acento muy marcado. Se desvió hacia la sala de estar y la realidad le pegó en la cara.

Eckbert estaba ahí, su prometido, el hombre que engañó con otro los últimos días. Sintió una enorme molestia en el estómago, de repente su felicidad se había esfumado, su burbuja se había roto y los recuerdos de su vida real estaban regresando todos al mismo tiempo. Estaba comprometida, con un hombre que no amaba y allí estaba él, conversando con su madrastra y acompañado de sus padres.

My Sweet Sin (+18)Where stories live. Discover now