Capítulo VIII

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–¿Qué? ¿Por qué me dispararían? No tiene ningún sentido– camina de un lado a otro de la habitación. 

–No lo sé Elías, pero no es normal... – hago una pausa –¿por qué no me buscaste cuando todo esto pasó? – le pregunto desconcertada y él se detiene y baja la cabeza.

–Estabas enojada conmigo... Habías dejado muy en claro que querías espacio. Además ¿me hubieras ayudado?

–Que pregunta tan estúpida, claro que lo hubiera hecho– le respondo.

–Atalía, había pasado muy poco tiempo del accidente... En cuanto te enteraras que estaba en la ciudad, te hubieras ido. Ni siquiera me darías la posibilidad de vernos.

–Primero Elías, no fue un accidente. Segundo, tienes un buen punto– termino de hablar y se sienta a mi lado. 

Respira hondo –¿cuándo quieres que nos vayamos?

–Nosotros ir volando es demasiado tardado. Lo mejor será tomas un vuelo comercial directo a Roma y de ahí volar al Vaticano.

–¿Quieres que arregle un jet? – me pregunta. 

–Sí, pero no uses los del Vaticano, no quiero que sepan de nuestra visita– respondo mordiéndome el labio. 

–Me gusta esa mirada Atalía ¿qué estás pensando? – me sonríe con malicia.

–Ya verás– lo veo directo a los ojos y él me sonríe. 

–Tienes unos ojos preciosos– comenta de la nada –creo que muy pocas veces te lo he dicho Atalía, el color avellana es verdaderamente hermoso y el delgado aro plateado alrededor de tus pupilas, los hace únicos... son como estrellas– sonríe como estúpido. 

–Gracias Elías– le devuelvo la sonrisa un poco confundida. Respiro hondo y busco mi teléfono para ver la hora 6:54 –Elías, hay que bendecir una botella– le recuerdo. 

–Esperaba que se te olvidara– me responde según él "muy maduro". 

–Cállate, como si tú no quisieras también una buena fiesta– le encaro y él me observa por un segundo. 

–No te negaré eso– hace una pausa –¿qué botella quieres bendecir Atalía?

–Un tequila– le contesto y su expresión cambia a desagrado –Elías, no sé de qué te quejas, si estando allá puedes convertir el tequila en vino que más te guste.

–¿El clásico truco? – dice entre risas. 

–Exacto– le sonrío juguetona.

Me levanto de la cama y Elías me sigue. Llegamos a una sala de tele y ahí tengo una pequeña cantina con diversas botellas de alcohol. Saco un tequila Don Julio 70 –esta estará bien– digo enseñándole la botella. 

–Como tú quieras, yo de cualquier modo lo haré vino– se ríe y le acerco la botella, él empieza a hacer varios movimientos complicados con las manos. 

–¿Qué estás haciendo? – lo cuestiono confundida. 

–La teatralidad– me responde con obviedad. 

–Elías ¿de qué estás hablando? Bendícela y ya– me da una mala cara y hace un círculo alrededor de la botella qué también es innecesario. 

–Listo Atalía, tu tequila sagrado, perfecto para una borrachera divina– se burla. 

–Gracias Elías– mi voz es exagerada y hago una reverencia para darle drama.

–De nada– saca su teléfono y el brillo del mismo resalta el aro alrededor de sus pupilas –será mejor que nos vayamos a arreglar– me dice con sus ojos brillantes, sonrío al verlo así. 

Génesis ModernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora