Capítulo XIX

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La alarma que Elías puso para ir a la escuela es la culpable de interrumpir mi sueño

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La alarma que Elías puso para ir a la escuela es la culpable de interrumpir mi sueño. "Ir o no ir, esa es la cuestión" pienso imitando a Shakespeare.

–Atalía apaga eso– pide Elías adormilado y ronco.

Alargo mi mano y alcanzo su teléfono, me giro y me encuentro con unos brillantes ojos azules –buenos días– lo saludo y él me sonríe. 

–Buenos días– bosteza –¿de verdad vas a ir a la escuela? – me pregunta estirando su brazo hacia mí, me envuelve y me atrae a él. Quedo pegada a su cuerpo –la cama está muy cómoda– me aprieta en un abrazo.

–Si no quieres ir Elías– le doy un rápido beso en el pecho –no vayas– escapo hábilmente de sus brazos y me siento en la cama.

Elías me gruñe y a duras penas se levanta de la cama.

Camino hacia mi cuarto. Me baño, me visto y me veo en el espejo.

"Es martes... Nueva semana. Ánimo" fuerzo una sonrisa "¿por qué no quiero ir?" me cuestiono.

–¿Cómo estás? – me pregunta Elías abrazándome por atrás. Nos veo en el espejo y él deja un rastro de besos en mi cuello –estoy bien– respiro –estoy desganada.

–Podemos quedarnos aquí si quieres– sugiere Elías –yo por supuesto que quiero. 

–La verdad, si quiero ir a la escuela. El ambiente normal, me hará bien.

–Si quieres yo manejo– me sonríe, "que astuto Elías, solo quieres manejar alguno de mis coches" pienso. 

–Me parece bien– respondo cediendo a él, además sí, no tenía muchas ganas de manejar. 

Caminamos hacia el garage y de paso les aviso a los empleados que vendrá el decorador y que lo dejen pasar, que se quede alguien con él para checar que no haga nada que no deba hacer.

Elías se acerca al Tesla y me abre la puerta.

El camino a la escuela es rápido y tranquilo, siento genuina alegría cuando llegamos a la universidad. 

Me bajo lo más rápido posible y corro al ver a mis amigas.

Siento como si hubieran pasado años, este fin de semana me ha parecido eterno, flashbacks de lo sucedido desean aparecer, pero los reprimo, no quiero que nada me arruine este momento de normalidad. 

Los cuatro días más locos del último milenio, literal.

Las abrazo al mismo tiempo –¿por qué estás tan feliz? – me pregunta confundida Ana. 

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