Continuación XXII

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–Atalía, ni en Grecia te veías tan hermosa como te ves ahorita– sonrío ante su comentario y da un paso hacia mí –el siglo XXI te queda excelente– me da un beso rápido.

–Gracias Elías, tú también te ves muy bien, este siglo nos queda bastante bien a ambos– regreso el cumplido y él me toma de la cintura y me acerca a él, quedo a escasos centímetros de su rostro.

–Tienes toda la razón– sonríe y presiona sus labios contra los míos –vámonos diosa mía– "te acabas de inventar ese apodo" pienso y suelto una risita –¿no te gusta? Pensé que sería más original que un "hermosa" o "princesa" o los que usan todos.

–Puntos extras por originalidad– le doy un beso en el cachete. 

–Hubiera preferido ese en la boca– reclama, pero sin desaparecer la sonrisa de su rostro.

–Si te portas bien– sonrío –te lo daré al rato– condiciono y él arruga los labios. 

–Me parece bien– acepta el trato y caminamos al garaje, en donde encuentro un coche desconocido... un Bentley azul marino, es muy bonito, pero definitivamente no es mío.

–Es mío– anuncia Elías –estaba en Francia y le pedí a Franco que lo trajera a México. Llegó hace rato.

–Pudiste habérmelo dicho antes– la calma regresa a mí –está muy lindo Elías– hago una pausa y empiezo a hacer cuentas, "¿cómo compraste este coche?" –Elías... Con lo que deposita el Vaticano al mes, tampoco alcanza para este coche– retomo la conversación de dinero del otro día mientras él me abre la puerta de su coche. 

Él me sonríe –no eres la única que hizo sus negocios en estos doscientos años– responde orgulloso cerrando la puerta, lo observo mientras rodea el coche –además de la universidad en Francia, en 1858 decidí abrir un banco junto con unos hombres españoles.

–Qué interesante Elías, movimiento muy inteligente, porque mi dinero está bajo el nombre del Vaticano, pero si tú eres dueño del banco, puedes tener tu dinero ahí sin que nadie sospeche el por qué esta persona no ha muerto en los últimos doscientos años.

–Exactamente Atalía– me responde abriendo la puerta del coche para que me suba "qué bueno que también hiciste algo porque la miseria que nos da el Vaticano, es una falta de respeto" –¿estás orgullosa de mí? – me pregunta sonriendo como un niño pequeño. 

Enciende el coche.

–Sí Elías, que bueno que hiciste algo con tu dinero, que te generara más dinero.

–No me arrepiento de absolutamente nada, digo– se aclara la garganta –mi dinero no está ni cerca de la cantidad que tienes tú, lo que has logrado es realmente impresionante– hace una pausa –pero no me va mal– me sonríe y yo por prudencia no pregunto cuánto –no, ahórrate la prudencia por favor, pregunta cuánto...

–¿Cuánto Elías? – pregunto finalmente. 

 –600,000 millones de dólares– dice con orgullo y lo miro sorprendida.

–Elías está excelente eso– hago una pausa cayendo en cuenta de algo –¿Por qué no te has comprado un Lamborghini, si tanto te gustan?

–No tengo espacio para guardarlos, ya conoces Europa, las casas no son muy grandes y no necesitaba otro coche tampoco, me gasto mi dinero en propiedades– explica y tiene un buen punto.

–Estoy muy sorprendida Elías.

–Gracias Atalía, la verdad yo también lo estoy de ti– levanta mi mano y le da un beso –me encanta que estemos juntos y que seamos millonarios juntos– sonríe –es como de película.

Génesis ModernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora