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Gun Atthaphan Phunsawat estaba en primer año de carrera de Administración y Dirección de Empresas, en una universidad donde el noventa por ciento de los estudiantes eran antiguos compañeros suyos de instituto, y eso lo aterraba. Él había planeado irse de la ciudad, posiblemente a Chiang Mai o quién sabe dónde, el caso era que cuanto más lejos estuviera de ese sitio mejor; al final no pudo ser.

Era un chico bajito, algo flacucho, y... feo.

Sí, feo, él lo sabía, sus amigos lo sabían, y todo el mundo lo sabía. No era un secreto, se notaba con solo mirarlo. Tenía unos labios demasiado gruesos con una forma muy extraña; un cuerpo tan delgado y pequeño; una frente lo suficientemente grande para escribir un texto; unas manos muy pequeñas con unos dedos en exceso largos; y muchas más cosas que de solo recordar se preguntaba qué hizo mal antes de nacer para que Dios le diera ese cuerpo de espanto.

Él lo aceptaba, había aprendido a vivir con ello. No era fácil, en ese sitio —en todo el globo terráqueo, prácticamente— le daban mucha importancia a las apariencias. Tantas que podría decirse que sólo tenía tres amigos, a los que quería tanto como a su vida misma. Toy, un chico guapete, o por lo menos eso era lo que todo el mundo decía, sin tabique nasal y con una risa demasiado contagiosa; Oab un chico alto, muy bromista de pelo negro que se enojaba cada dos por tres como si fuera un viejo de ochenta años pero que siempre sabía cómo sacarle una sonrisa; y Mint, una chica castaña con un cuerpo de infarto que había venido hace unos años del extranjero. Tenía un novio, llamado Puppa, al que le llamaba Tae, pero nunca supo por qué y tampoco se llevaban demasiado bien como para tomarse esas confianzas.

Gun, en todos esos años, había aprendido que la gente podía ser demasiado cruel. No solo burlándose de su aspecto, que él ya tenía bastante con tener espejos por toda la casa para andarse mirando, sino por el desprecio con el que lo trataban con solo acercase. Eso dolía, mucho, pero desde hacía ya un tiempo había conseguido a vivir con ello sin tomarlo muy en cuenta.

El problema no era solo que la gente se burlara de su cara que bien podría haber salido de la película del Jorobado de Notre Dame de Disney, sino que si le sumas que es homosexual pues... Bueno, cualquiera se puede imaginar lo que pasa. Muchos se creían que él era homosexual porque con su cara sabe que ninguna chica lo querrá, y por eso prueba con hombres. Una soberana tontería que se había esparcido por el instituto y ahora por consiguiente en la universidad.

—¡Gun*! —oyó su apodo a sus espaldas después de estar escuchando conversaciones de otros sobre lo feo que era al entrar en la universidad, como de costumbre.

Se giró y vio a su amiga Mint acercarse a él con una sonrisa mientras le daba un abrazo. Inmediatamente después de eso las personas que estaban a su lado empezaron a cuchichear cosas como: "¿Cómo puede ser amiga de ese orco?" o "Mint tiene un problema, ella es demasiado linda para juntarse con esa cosa...". No era algo nuevo, casi todas las mañanas pasaba. A él le daba igual, y a Mint parecía también importarle poco lo que otros dijeran sobre sus amistades.

—¿Cómo estás? —le preguntó el chico al separarse de ella.

—Muy bien. ¿Sabes? Hoy tengo una exposición para literatura universal y estoy un poco nerviosa. —Cabe destacar que Mint, aunque su sueño era ser maquilladora, estaba en la Facultad de Bellas Artes.

Gun sonrió y apoyó una mano sobre el cabello castaño acariciándolo para darle ánimos.

—Te saldrá genial —animó—. ¡Venga, a darles caña!

Of course, my little friend —expresó la chica en su perfecto acento estadounidense haciendo que muchos de los chicos que se encontraban por ahí soltaran un suspiro enamorado—. See you later, handsome!*

¿Qué apostamos? -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora