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Off y Gun eran distintos. Las virtudes de uno eran las deficiencias del siguiente; ambos lo sabían. Si Off era lo más cercano, a los ojos del menor, a una escultura de algún dios griego él definitivamente la peor obra de arte creada en la historia. Si Off era una de las personas más sociables del instituto, él era lo más cercano al niño de la burbuja si no fuera porque sus amigos siempre acababan explotándosela. Si el mayor con el paso de los días de gimnasio había ganado constitución, Gun solo había conseguido adelgazar sin sacar apenas un gramo de músculo.

De esa manera, todo quedaba claro. Ellos habían nacido en universos diferentes, en sitios donde sus caminos no podrían haberse cruzado si no fuera porque solo había un planeta habitable conocido en todo el universo.

Veían el mundo de diferentes maneras, definitivamente. Off nunca había conocido lo que es ser acosado, nunca había sabido lo que era sentirse solo, nunca había conocido el aburrimiento, nunca había conocido el sentimiento de rechazo por parte de alguien, nunca había conocido la repulsión de los demás a su persona, nunca había vivido una situación de homofobia contra él, nunca había llorado pensando en suicidarse por el acoso escolar. ¿Y Gun? Gun nunca había conocido la presión de unos amigos que esperaban todo de ti, nunca había vivido la presión de tener que cumplir las expectativas de todos, nunca había conocido el sentimiento de traición por saber que sus amigos solo estaban con él por popularidad, nunca había pensado en suicidarse para poder sentirse libre y en paz consigo mismo.

Eran dos historias. Dos personas. Muy diferentes, pero a la vez tan iguales. Dos libros de tapa dura que estaban posados en la misma estantería deseando enlazar sus páginas para crear una historia todavía más maravillosa y con el doble de penas que deberían superar. Pero eso era algo que ninguno de ellos sabía.

Pódese?* —preguntó una voz femenina al abrir la puerta de la clase, al parecer no se dio cuenta de que no había hablado en español—. Perdón, ¿es esta la clase de matemáticas?

Gun salió de su peculiar sueño en el que había caído escuchando alguna de las aburridas lecciones de la clase al escuchar esa voz preguntar con cierto aire de vergüenza. Vio pasar a una chica alta de cabello moreno claro y largo acercándose al profesor. Le enseñó un par de papeles dándole igual que estuvieran en mitad de la clase. Asintieron ambos varias veces, ante la vista curiosa de toda la clase.

Se podía escuchar más o menos de lo que estaban hablando. Ella parecía ser de Europa, específicamente España, por su acento tan cerrado podría ser que fuera de Asturias o Galicia. Era más probable el segundo, puesto que cuando entró en clase habló en otro idioma.

—Muy bien, Sara —habló el profesor por fin devolviéndole los papeles—. Nos alegramos que por fin pudieras venir, siéntate en alguno de los sitios libres.

Hubo una ligera risa común en toda la clase, fijándose en que los únicos sitios libres que quedaban eran los que estaban alrededor del chico con ojos rasgados. La nueva ladeó la cabeza, pareciéndole curioso que todos los pupitres vacíos se agruparan en la misma zona, cuando lo que normalmente pasaba es que quedaban algunos en lugares al azar. Se encogió de hombros, restándole importancia, y se sentó justamente al lado derecho de Gun, sorprendiéndolos a todos.

—¿Está loca? —se escuchó a una murmurar.

—Bueno, es lógico —le contestó el otro, en un susurro—, ella no es que sea muy agraciada... Es bastante fea.

Esa frase llegó a los oídos de la chica que se giró en su silla para encarar a las dos personas que estaban hablando dos filas detrás de ella. Les frunció el ceño y los miró de arriba abajo, para luego reírse.

—Tiene gracia que hable de personas agraciadas tú, raparigo*, es como si hablara el burro de orejas —le contestó con burla—. Por cierto, por lo que veo y escucho, tú ni belleza ni inteligencia. Así que tampoco deberías darte tantos aires.

¿Qué apostamos? -OffGun-Where stories live. Discover now