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Cuatrocientas sesenta y nueve vueltas son las que había dado Gun a su propia habitación a una velocidad digna de cualquier piloto de Fórmula 1. En todo ese recorrido había permanecido con un paso rápido y con la mano derecha rascándose nerviosamente la barbilla sin cesar. Siendo observado en todo momento por Sara que, o eso creía ella antes de llegar, había ido a su casa para jugar al nuevo juego de Call of Duty.

Desde el festival, habían pasado ni más ni menos que dos semanas exactas. En esas dos semanas —en realidad desde aquella vez en el gimnasio donde se ducharon juntos por primera vez, aunque eso él lo negaría— su cuerpo había empezado a reaccionar de maneras extrañas cada vez que veía a Off, cada vez que hablaba con él o incluso cuando simplemente pensaba en él. Y no, no era de una manera erótica a lo que se estaba refiriendo. Si aún fuera eso, no se preocuparía tanto, no sería la primera vez que le pasaba imaginar ciertas situaciones con hombres atractivos. El caso, es que ahora estaba experimentando ciertos cambios en su propia conducta y todos eran relativos al mayor: Se ponía muy nervioso, demasiado nervioso hasta para él; no podía evitar fijarse mucho más en él que en cualquier otra persona; cuando estaban juntos siempre notaba un cosquilleo en el estómago cada vez que su vista se posaba sobre él, bastante agradable en su opinión, pero le costaba describirlo. Se estaba empezando a preocupar en serio, incluso se había planteado pedir cita con su médico de cabecera para que le descartara cualquier enfermedad grave.

Gun encontraba indescriptible esas emociones que lo empezaban a carcomer por dentro. No sabía explicar lo que eran, no entendida si simplemente esto es algo que consigues cuando encuentras a una persona con la cual te sientes bien, con la que simplemente quieres pasar el rato o podía ser algo más profundo que él no llegaba a comprender.

Solo tenía clara una cosa: No podía estar enamorado.

—Te gusta Off, admítelo —habló Sara cansada, repitiendo esa frase que tanta indignación le había causado a su amigo—. Deja de darle vueltas, raparigo. Lo estás y punto.

—Yo no estoy enamorado —contraatacó con el ceño fruncido, sin dejar de moverse por la habitación.

—¿Y yo he dicho que lo estás? No. He dicho que simplemente te gusta, atracción, sin más. Si vieras la cantidad de personas que me han gustado a mí sin llegar a estarlo... Me llamarías ninfómana.

Se paró en seco. Esa teoría sí la podía aceptar. Gustarle Off... Eso no era tan malo. Cuando te gusta alguien la encuentras atractiva y su personalidad la ves agradable, pero hasta ahí. Nada iba más allá de una simple atracción momentánea que en cuanto conocieras a otra persona que generara exactamente lo mismo te olvidarías de la anterior, y viceversa. Podía admitir que era uno de los hombres más guapos que había visto, y que tenía un cuerpo demasiado bonito como para no mirarlo cuando se duchaban en el gimnasio. Era bastante simpático, aunque con un humor de perros cuando se ponía pesado o se enfadaba. Y tenían cosas en común y muchas veces hasta parecía que se leían la mente, podía transmitirse prácticamente cualquier pensamiento con una sola mirada.

Sí, le gustaba Off, podía admitirlo claramente. Por supuesto, admitir que le gustaba era mucho más fácil que intentar comprender si sentía algo más que atracción física y cariño debido a la cercanía de su relación en ese momento.

—Ahora deja de dar vueltas, ¿vale? Vamos a jugar un poco y te distraes, batracio.

Sarinha se levantó de la cama de Gun y caminó hacia él dándole un suave golpe en el hombro con su puño mientras le sonreía. Caminó hasta la estantería donde ya sabía que tenía guardado los juegos y cogió dos. Uno con la derecha y el otro con la izquierda. Lo miró con ambas alzadas sonriendo.

—Dime, ¿cuál de los dos prefieres? Te daré una paliza en cualquiera.

El chico levantó ambas cejas, fingiendo inocencia.

¿Qué apostamos? -OffGun-Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang