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Hay veces que la vida es cruel. Puede serlo de muchas maneras y en tantas formas que ni con todas las palabras del idioma en el que escribimos podríamos decir. La vida muchas veces era injusta y no se preocupaba de lo que a las personas que la vivían les pasara. Era caprichosa, como un niño al que sus padres no le quieren comprar un juguete y entonces hace una rabieta en medio del centro comercial como venganza para conseguir su objetivo. Cuando la vida ve que no vamos por el camino que ella quiere nos lo hace saber enviándonos las mayores de las desgracias hasta que rectificamos; si es que podemos.

Gun podía asegurar que la vida se la tenía jugada. Siempre intentaba recordar qué había hecho mal para que le pasaran las cosas que por algún motivo siempre le pasaban solo a él y nunca lograba encontrar nada que las ocasionara. Acabó pensando que había nacido para ser el hazmerreír que toda generación necesitaba.

Las desgracias para él no terminaban al salir de la universidad. Su casero, en esta época del año donde él tenía que estar muy pendiente de llevar el estudio al día, había tenido una avería en la fontanería de uno de los pisos del edificio y estaban en obras. Unas ruidosas e insoportables obras que continuaban hasta altas horas de la noche, por lo que muchas veces le quitaban horas de sueño a parte de las que le quitaba de estudio. Iría a la biblioteca si no fuera porque, como la vida no podía darle ni un respiro, cada vez que iba estaba siendo usada para algún tipo de charla o exposición. ¿Conclusión? Llevaba más de tres días sin dormir lo necesario y las ojeras ya se empezaban a oscurecer más de lo debido.

Toy y Oab se habían marchado con sus respectivas familias para poder estudiar con tranquilidad. Él no tenía esa posibilidad pues en su casa, debido a su hermana y a que normalmente siempre había visitas de algún pariente, no había la tranquilidad que él necesitaba. Recordaba cuando vivía ahí y le costaba mucho concentrarse en sus estudios por ese mismo motivo. Además, no quería cargar a sus padres otra vez con él cuando por fin se estaba comenzando a independizar definitivamente.

No quería recurrir a nadie. Ese era su problema y tenía que solucionarlo por sí mismo. Pero la falta de sueño iba empeorando cada vez más su humor: las contestaciones a sus amigos eran toscas y cortantes, dejando ver el grado de malestar que experimentaba. Había tenido varios encontronazos con Tae que habían acabado en una disculpa por parte del menor que el mayor había aceptado pues entendía cómo debía de sentirse. No es bonito que te quiten horas de sueño, y menos a alguien que no está acostumbrado a ello.

Gun sabía que se estaba comportando de una forma que no debería y que no tenía por qué alterarse por cada cosa que le dijeran. No podía evitarlo, simplemente necesitaba dormir. En esos días no había habido ni una sola clase en la que no hubiera perdido la concentración por cerrar los ojos durante un instante que, inesperadamente, se convirtió en varios minutos en los que había echado una pequeña cabezadita.

Su humor era de perros, y ciertamente encontrase a las dos lagartijas de Daniel y Jesús no lo iba a ayudar a sentirse mejor. De camino al sitio donde siempre quedaba con Off se los encontró de frente, intentó ignorarlos, pero sus voces lo detuvieron.

—Hombre, mira a quién tenemos aquí, el feucho. —dijo Daniel mientras Jesús se reía. Intentó ignorarlos de nuevo siguiendo su camino, pero una frase lo hizo detenerse—: Deberías tener cuidado con las personas con las que te juntas.

Lo más lógico hubiera sido seguir caminando sin prestarles mucha atención, pero se giró para encararlos y los miró con el ceño fruncido.

—¿Disculpa?

—Lo que escuchaste. —Caminó el azabache varios pasos hasta quedar a escaso un metro del estudiante de administración—. Yo que tú no confiaría mucho en Off, o podrías llevarte una sorpresa.

¿Qué apostamos? -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora