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La vida necesita verse desde todos los puntos de vista posibles para determinar si una acción u opinión puede llegar a ser bueno o malo para las personas. Nunca podremos saber realmente si una opinión es lo suficientemente válida si no utilizamos un poco de empatía y nos ponemos en el lugar de la otra persona. Era algo lógico, honorable y que todos deberían hacer antes de sacar conclusiones precipitadas; pocos se dignaban a hacerlo. El egocentrismo que reinaba dentro de todas las personas les impedía intentar ponerse en los zapatos del contrario, se limitaban a creer en su única verdad, la verdad propia.

Las personas nacen malas y se hacen buenas, o por lo menos eso era lo que muchas personas decían. Las normas de la sociedad y las conductas que nos inculcan son las que hacen que dejemos de lado el instinto animal con el que nacemos. La prueba de ello es compararnos con cualquier otro animal: Si hay poca comida, la moral humana nos dice que esa poca comida hay que compartirla entre los que haya, no que solo se lo coma uno; en cambio, si dejas a varios animales con poca comida lucharán y se pelearán para conseguirla, sin importarles si por ello los otros morirían. Las normas y la moral nos dicen lo que está mal: matar, hacer daño a otros, no compartir la comida, no sentir empatía con las desgracias de los demás... Algo a lo que en el nacimiento somos ignorantes y que siempre lo seríamos si no nos lo enseñaran.

Por desgracia, esas enseñanzas no calaban de la misma forma en todas las personas y algunas no las asimilaban, mucho menos llevarlas a cabo.

Sin embargo, estas divagaciones en las que a Gun muchas veces se había centrado en ese momento le daban bastante igual. Recordó lo que había pasado la noche anterior: después de mucho hacer esperar a Off por fin tuvo el valor para ir un paso más allá en aquella relación que tenían. Para su sorpresa, nada fue como se lo había imaginado. Off no le había obligado a ser el pasivo, como en un principio se esperaba, no. Es más, sus roles en aquella noche habían sido intercambiado varias veces antes de llegar a la vez al tan preciado orgasmo. Se había sentido libre, se había sentido querido, y algo que nunca pensó: deseado. En los ojos de Off podía ver el deseo cuando lo había tomado y cuando Gun lo tomó a él. Había sido la mejor sensación de todas, para ambos.

Les había dado igual que al día siguiente tuvieran clase y también que tuvieran que ducharse por segunda vez en un corto periodo de tiempo. En ese momento, solo les importó ellos, y así seguiría siendo por mucho tiempo.

Como todos los días lectivos, se separaron para ir cada uno a su facultad, y posteriormente se juntarían para comer. Gun se encontró con Sara en uno de los pasillos camino a la clase de contabilidad, una clase a la que, por cierto, le estaba empezando a coger bastante manía. No era la clase en sí ni lo que daban en ella, más bien era la profesora. Estaba seguro de que había salido del mismo infierno y que había venido al mundo de los vivos solo para amargarle la vida a los estudiantes.

—Esta tía es una pesada... ¿No se calla nunca? —le susurró Sarinha en medio de una explicación.

Gun se encogió de hombros y negó con la cabeza, resignado. Era cierto, esa mujer tenía una habilidad especial para empezar a explicar un tema y acabar en el tema opuesto pasando por cincuenta y siete temas más que en una conversación normal nunca podrían hilarse entre ellos. Las clases normalmente duraban una hora, pero esa daba la sensación de que duraba milenios.

—Ojalá lo hiciera, su voz es demasiado estridente y cansina, exactamente como ella —habló en bajo, causando una pequeña risa de su amiga que intentó disimular lo mejor posible tapándose la boca con la mano.

Los minutos iban pasando, y Gun se impacientaba. Sabía que todavía quedaba bastante tiempo para que las clases acabaran y pudiera ir con Off a comer, pero no podía evitar sentirse ansioso. Era absurdo, se veían a todas horas: en el gimnasio, en la casa de Off, en la comida... No había motivo para echarlo de menos solo por las clases de la mañana. A veces creía que se veía estúpido y hasta desesperado, pero no podía evitarlo. Quería verlo, quería pasar tiempo con él, quería disfrutar de su compañía.

¿Qué apostamos? -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora