II

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A el día siguiente la Sra

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A el día siguiente la Sra. Castor me despertó con una taza de té

-Buenos días, cariño ¿Cómo dormiste? - dijo ofreciéndome la taza, la cual sujete de los lados, la sensación de calor fue de la yema de mis dedos hasta mis orejas, una sensación bastante agradable

-Un poco torcida, pero gracias por aceptarme a esas horas de la noche- dije tomando un sorbo y un ligero sabor a rosas me impregno mis labios

-No hay de qué querida, puedes contar con nosotros en cualquier momento- y en ese momento el sr castor entró a la presa

- ¡Oe buenas noticias! Fui a visitar a el señor Tummus y él está bien, afortunadamente no pasó nada esta vez. Ya puedes regresar con él sin riesgo alguno, pero deben ser más cuidadosos- me contó mientras tomaba su lugar en la mesa

-Gracias a Aslan- dije entre un suspiro de alivio

-Gracias por su hospitalidad, pero creo que será mejor si regreso- les dije mientras tomaba mi capa.

Me dirigí hacia la casa del sr Tummus cuando en el camino escuché el cascabeleo del trineo de la bruja, mi corazón se detuvo un instante y un escalofrío atravesó mi cuerpo. Rápidamente me escondí entre unos arbustos y asomándome un poco a través de las ramas pude ver a un chico pálido y algo escuálido de un cabello negro azabache, no pude ver sus orejas por lo que no supe con certeza si era un elfo o uno de los hermanos que la pequeña Lucy había mencionado que tenía.

Escuché que la bruja le empezó a hablar, pero no podía entender nada, estaban demasiado lejos, intenté acercarme pero rompí una rama y al parecer el ruido los alertó ya que el chico volteó a todos lados mientras que el enano de la reina se bajaba del trineo y caminaba al rededor del cristalino trineo de la bruja, era imponente, algo grande con una media cúpula que cubría la parte de arriba de esta, el trineo tenía detalles dorados esparcidos en su blancura. Cubrí mi boca con mi mano para evitar que mi agitada respiración me delatara y para evitarme más problemas me fui ahí, solo alcance a escuchar el nombre del chico. Edmund.

Al llegar a la casa del señor Tummus me di cuenta de que Lucy estaba sentada en uno de los sillones, así que me sacudí la nieve y fui rápidamente a donde estaban

- ¡Oe! ¿Qué tal? ¿Dónde estabas? - me preguntó la pequeña levantándose para recibirme con un abrazo el cual correspondí 

-Hola pequeña, estaba en casa de un amigo ¿Por qué volviste? - pregunté intrigada ya que después de lo asustada que se veía ayer al irse pensé que no volvería. Nos contó de cómo sus hermanos se habían burlado de ella cuando les había dicho que nos había conocido.

- ¿Qué es un ropero? - preguntó el sr Tummus a lo qué Lucy nos explicó que era una caja muy grande de madera donde guardaban la ropa y de ahí se creó una larga charla, ella nos explicó de varios aspectos de su lugar y nosotros le contamos acerca de algunos de los seres que habitaban Narnia.

Cuando oscureció acompañe a Lucy al farol, todo estaba tranquilo así que me tome mi tiempo en regresar y por primera vez en bastante tiempo me fijé en el cielo estrellado, pensaba en mis hermanos ¿Cómo estarían?, pensé en Norte y en cómo se lo estaría pasando en lo profundo de un calabozo del castillo de la bruja, ese pensamiento provocó que mis ojos se nublaran debido a varias lágrimas que limpie rápidamente. Seguí caminando, ahora pensado en el peligro que corría el fauno, los castores y hasta el tejón si la bruja se enteraba que estaba con ellos y antes de que me diera cuenta había regresado a la cueva.

Al entrar vi al señor Tummus tomando una taza de té, que, a juzgar por el aroma que invadía el lugar era de frutos rojos, junto al Sr. Castor

-Castor ¿a qué debemos su visita? Pregunté mientras preparaba un poco más de té

-Mi esposa me mandó para asegurarme que estuvieran bien, se quedó muy nerviosa pero ya saben cómo es, la pobre se preocupa por todo- me acerqué a la mesa donde estaban y tras una larga platica me levanté a alimentar el fuego y por el rabillo del ojo alcance a ver qué el sr Tummus le digo algo a castor y antes de poder preguntarle que habían dicho escuchamos el tintineo de los cascabeles del carruaje de la bruja y a una jauría de lobos.

- ¡Es ella! - exclamé y el castor me sacó a rastras de la casa del sr Tummus, lo cual no le resultó muy difícil ya que me había quedado totalmente estática, quería traer también al fauno, pero mi cuerpo no respondía ante mis deseos. Una vez afuera, fuimos corriendo a escondernos detrás de un robusto pino, cuando vimos que se estaban llevando al señor Tummus yo intenté salir y defenderlo - ¡No! Espera, si te capturan no podrás ayudarlo después- me susurró el castor tomado fuertemente mi brazo.

-Pe... Pero- intente reclamar, pero no podía articular palabra alguna, me empezó a faltar el aire y mis manos empezaban a temblar, aunque no podía saber si era por el frío calando mis huesos o el miedo impregnado en mi piel, o tal vez era por ambas. El castor se dio cuenta de que no están bien y me ayudo a recargarme en el árbol

-Oe respira profundamente, relájate- me dijo intentando calmarme mientras se asomaba cuidadosamente para asegurarse de que no venía nadie

-No sé qué me pasa- dije entre alientos entrecortados y presiones en mi pecho

-Es miedo Oe, tienes miedo- me explicó.

Cuando nos aseguramos de que no había peligro entramos a la casa, todo estaba tirado, los cojines y libros despedazados y las mesas y sillas rotas. Recogimos cosas de valor y objetos personales del Sr. Tummus, también vimos que me, el jefe de policía de la bruja había puesto una nota en la que lo declaraban traidor, antes de salir tome el instrumento de viento con el que tocó la melodía de la noche anterior y mi capa, acto seguido nos fuimos a la presa,

- ¿Oe? ¿Qué pasó? Estás muy pálida-preguntó la castora mientras nos adentraba a la presa

-El Sr. Tummus fue capturado- le explicó mi peludo acompañante mientras nos sentábamos y la Sra. castor nos servía un poco de estofado

- ¡Pero qué barbaridad! - exclamó horrorizada

-Creo... Creo que iré a descansar- dije sin siquiera probar el platillo, no quería ser grosera pero no podía comer nada, sentía náuseas

-Claro querida, claro- me dijo compasiva mientras me ayudaba a acomodarme donde había dormido la noche anterior y al acto de que mi cabeza tocó la almohada me quede dormida.

𝗟𝗔𝗧𝗜𝗗𝗢/ El león, la bruja, la profecÍa y los guardianes (LCDN#1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt