❝ V e i n t i t r é s ❞.

4.4K 493 294
                                    

Joaquín limpio sus lágrimas tomando asiento en la cama que era de su abuela, se recostó sobre ella y las lágrimas aún hacían su recorrido por sus mejillas y quizá humedeciendo un poco su camisa negra. El olor de su abuela llega hasta sus fosas nasales, combinado con el perfume de fresas que usaba.

Observa con nostalgia la pequeña foto que su abuela siempre tenía con ella, donde estaba con Renata y su mamá siendo felices sin saber que sería la última vez que la verían. La toma entre sus manos, y lo acurruca contra su pecho sollozando por el dolor que lo quemaba por dentro.

Sentir como alguien tan importante se te iba, era sentir cinco cuchillos enterrándose en tu corazón, incluso hasta más, las abuelas siempre son las más valiosas en una familia, ellas son como aquellas reliquias que conservas, amas y cuidas. Ella te enseñan todo lo que saben, pero no te enseñan a vivir sin ellas.

La manera en que te hable o te cuida, siempre queda guardada en tu cabeza, como un bello recuerdo. Como el mejor de tus recuerdos, para Joaquín, su abuela era todo. Era todo lo bonito que tenía, era la única mujer que siempre estuvo para él cuando más lo necesito, y perderla de un día para otro, era un golpe duro.

Su teléfono vibró, frunció el ceño y lo tomó de su bolsillo abriendo la bandeja de mensajes. Un número desconocido apareció en la pantalla y frunció el entre cejo abriéndolo.

- Oh, ¿Joaquin? Él no es importante. Quiero decir, es como una obra de caridad lo que estoy haciendo, le pago por sexo. Muy cercano a una pequeña puta - frunció el ceño al escuchar la voz de Emilio en ese audio -. Lo único que se de él, es que su madre era una adicta y su padre los abandonó. Su abuela se está muriendo, y yo solo lo estoy ayudando. Mis padres estarían orgullosos por estas obras de caridad que estoy haciendo. Jamás me fijaría en un omega como él.

El nudo que creció en su garganta le impidió respirar y lanzó el teléfono contra la pared, sintió el enojo creciendo en su pecho y sollozó. ¿Una obra de caridad?.

Unos pasos se escucharon por el pasillo, suspiro pasando sus manos por sus rosadas mejillas. La habitación de su abuela, llena de sus feromonas a tristeza, sus ojos ya no tenían aquel brillo lleno de esperanza que alguna vez tuvo, las esperanzas de habían ido.

Las esperanzas de ser feliz, se habían esfumado como burbujas.

- Joaquín - la voz de Nikolas hizo que alzara su mirada. Su amigo lo observo y se acercó a él abrazándolo por los hombros -. ¿Qué...Qué sucedió?.

- N-Nada - sonrió suspirando. Pero aquella sonrisa ocultaba lo roto que estaba su corazón -. Es solo la nostalgia.

Nikolas asintió y lo abrazó por unos segundos más. Él más que nadie sabía que la abuela de Joaquín, era y será siempre la única mujer perfecta para su amigo, fue su abuela, su madre y su mejor amiga en tiempos difíciles. Nikolas siempre creyó que Joaquín era como ella, en tiempos difíciles solo se levantan y sonríen.

Y Joaquín, se levanta y se sacude, mostrando siempre una sonrisa al caos en su interior.

- Emilio está aquí - murmuró. Joaquín lo miro y asintió poniéndose de pie.

No dijo nada, solo se levanto y salió de la habitación de su abuela, saliendo hacia la sala. Observando a las personas que lo acompañaban, sonrió un poco cuando salió y miró al rizado recargarse sobre una pared, no tuvo el valor para mirarlo a la cara. Sabía que si lo hacía, lo único que lograría seria llorarle.

Emilio en cuanto lo miró se incorporó sobre sus pies, pero Joaquín nunca lo miró, solo siguió recto. Sin decir nada, lo siguió hasta llegar afuera, frunció un poco la nariz cuando el frío los golpeó y paró en seco cuando Joaquín giró, sin verlo aún.

Poco jodido ➳ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora