Horas después, Fernando acostó a su hija en su cuna después que se había quedado profundamente dormida sobre su pecho desnudo. Para la pequeña bebé, eso era algo a lo que se había acostumbrado desde que nació, y era la parte favorita del día para Fernando; especialmente después de pasar todo el día lejos de ella trabajando. Fernando besó suavemente su cabeza y silenciosamente se fue a su recamara para encontrarse con su esposa en la ducha, sin poder desperdiciar la oportunidad.
"¿Como está el agua?" Le preguntó Fernando cuando entró al baño.
"Perfecta. ¿Se durmió Andrea?" Le preguntó Leticia tratando de no sonar como una mamá paranoica.
"Como todo un angelito sobre el pecho de su papi." Le dijo Fernando con una sonrisa de orgullo.
"Le encanta." Le contestó Leticia enjuagándose su largo cabello.
"A mí también. Me encantó que no se quisiera dormir de otra forma. Ojalá y eso le dure para siempre."
"Esa niña te tiene completamente dominado. Jijiji."
"Y su mamá también." Le dijo Fernando tomándola por la cintura al meterse a la ducha, eliminando la necesidad de más palabras entre ellos al unir sedientamente sus labios con los de ella.
En la oscuridad con la suave luz de la luna, yacían los dos abrazados en la cama, sin el más mínimo deseo de dormir; completamente cómodos, disfrutando de la compañía del otro.
"¿Qué te tiene tan pensativo mi amor?" Leticia le preguntó, mientras dibujaba círculos en su pecho. Aun en la oscuridad y en el silencio de su habitación, ella podía reconocer su tensión. "¿Hay problemas en la empresa?"
"No mi vida. Todo marcha muy bien por allá."
"¿Entonces?" Leticia levantó su cabeza, y recostó su mentón en su pecho para verlo a los ojos.
"Siento que te he mentido hoy." Le contestó Fernando sinceramente.
"¿Acerca de qué?" Leticia podía haber hecho algún chiste acerca de la cena, pero la seriedad de Fernando la perturbaba.
"Cuando hablamos por teléfono en la tarde. Creo que te di la impresión de no estar afectado por el hecho de no tener más bebés, y quiero que sepas que no soy indiferente a tu dolor. A mí también me duele. Pero me quiero enfocar en los grandes regalos que me traen toda la felicidad que soy capaz de soportar; tú y Andrea. No necesito más. Eso siempre ha sido cierto, y lo será hasta el fin de mis días."
"Lo se mi amor. Yo sé que solo querías hacerme sentir mejor. Y te lo agradezco. Yo sé que todo esto va a pasar, solo es cuestión de tiempo."
"También me siento un poco culpable."
"¿Por qué?" Lety levantó una ceja con curiosidad.
"En la tarde me dijiste que tu no habías disfrutado tu embarazo. Y siento que yo podría haberte ayudado más, porque no sé si sea egoísta decirte esto o no, pero yo si lo disfruté; y mucho." Fernando tocó su nariz con su dedo índice. "Tengo muy gratos y sensuales recuerdos te tu redonda pancita, de tus sensibles y jugosos pechos, de tus anchas caderas moviéndose sobre mi..."
"Eres un enfermo Fernando Mendiola. Jijijiji." Leticia lo mordió suavemente.
"Hay, ahora dime que no te gusta." Fernando le dio un suave beso. "¿Como hace un rato yo no te oí quejándote? Al contrario, si mi memoria no falla, entre más fuerte te agarraba, más me pedias." Fernando sonreía de oreja a oreja con el recuerdo.
"Yo no he dicho que no me gusta." Leticia le contestó mordiendo su labio inferior. "Pero volviendo al tema, yo a lo que me refería era a tomarme el tiempo de documentar mi embarazo."
"Pero si yo te veía escribiendo casi todos los días..." Dijo Fernando confundido. Aunque a Lety le había tomado algo de tiempo, desde que comenzó a sentir los movimientos de su bebé comenzó a escribir abiertamente en su diario. A veces hasta lo dejaba por cualquier parte de la casa, sabiendo que Fernando no lo leería sin su permiso, aunque seguía muy curioso por el diario número nueve que misteriosamente había desaparecido. Pero a pesar de eso, a él le encantaba ver que su esposa seguía siendo la tierna niña de la que se había enamorado más de un año atrás.
"Si, pero solo son mis palabras. Hoy estaba armando el libro de bebé de Andrea cuando encontré el ultrasonido que te dije y me di cuenta de que no tengo ni una sola foto donde documente mi embarazo en lo absoluto. Creo que si algo no he podido cambiar es mi aversión a la cámara. Y, por ende, no quedó ningún recuerdo de algo que jamás volverá a ser." Leticia le contestó con un nudo en la garganta.
"¿De verdad era eso a lo que te referías?" Fernando le preguntó con una sonrisa traviesa.
Leticia solo asintió silenciosamente. En el instante, Fernando se estiró para tomar su celular de la mesita de noche donde siempre lo ponía y con varios toques de la pantalla, encontró lo que buscaba.
"Por eso mismo te decía que yo si lo disfruté." Fernando le mostró el aparto a Leticia quien lo tomó en sus manos confundida. Al darse cuenta de lo que estaba viendo, se sentó de un salto envolviéndose la sabana alrededor de su pecho, pinchándola con los brazos.
"¿Tu hiciste esto?" Leticia le preguntó con lágrimas en su rostro abrazando sus piernas desnudas a su pecho, completamente embelesada en el teléfono.
"Por supuesto que sí." Fernando se incorporó para quedar sentado a su lado. "Alguien alguna vez dijo, 'las mejores memorias alguna vez fueron un momento común.' Y yo quiero algún día poder recordar los mejores momentos de nuestra vida juntos." Fernando acarició su rostro mientras ella examinaba el teléfono cuidadosamente.
Para Fernando era más que obvio que su esposa confiaba ciegamente en él, porque si se hubiese tomado el tiempo de revisarle el teléfono en algún momento desde su matrimonio, o aun desde antes, no hubiese tardado en descubrir que el rollo de su cámara telefónica estaba repleto de fotos de ella. Fotos que ella estaba obviamente inconsciente que él se pasaba tomando cuando ella estaba distraída. Fotos que documentaban su tiempo juntos.
Fernando tenía fotos de todo. Desde el primer día que se le comenzó a notar el embarazo, hasta un video donde se podían apreciar los movimientos de Andrea adentro de su vientre. Fernando tenía una foto de el mismo día del accidente, antes del nacimiento prematuro de su hija. Por el estilo de la foto, la había tomado esa mañana mientras Lety se preparaba para la oficina, porque ella estaba aún en su ropa interior y su vientre sobresalía impresionantemente al no estar cubierto por más ropa. También tenía unas fotos que le rompieron el corazón a Leticia, pues eran de su hija atada a cientos de cables y maquinas, y después debajo de una horrible luz azul. Después de eso, las fotos eran mucho más alegres. Leticia pudo ver fotos de él cuidando a su hija sin camisa en el hospital, de su llegada a casa, hasta la tarde de hoy, cuando las encontró jugando en el piso... en fin, desde los momentos más espaciales hasta los momentos más comunes, todos estaban documentados en el teléfono de su amado.
"Eres un sueño Fernando Mendiola." Leticia le acarició el rostro mirándolo a los ojos. "¿Qué hice para merecerte?" Leticia se colgó de su cuello, dándole un profundo beso lleno de todas las emociones que era incapaz de expresar verbalmente.
"Escogerme." Fernando le devolvió el beso suavemente. "Amarme incondicionalmente y a pesar de mis errores y horrores." Bajó sus labios a su cuello. "Cambiarme la vida y sacarme del obscuro abismo donde me encontraba." Fernando trazó su hombro derecho con sus labios. "Darme una preciosa hija." Fernando la abrazó fuertemente. "Hacerme más feliz de lo que tengo derecho a ser." Fernando le susurró al oído. "¿Te parece poco?" Fernando se separó de ella suavemente para mirarla a los ojos.
"Te amo Fernando Mendiola. Se me hace una palabra muy pequeña para abarcar todo lo que siento por ti. Pero a la misma vez no hay una palabra más pura. TE AMO." Leticia se acercó a él dejando el teléfono a un lado para derretirse en un profundo beso. Lentamente se incorporó, empujándolo sobre su espalda hasta quedar sobre él.
"Solo Dios sabe cuánto te amo mi Lety." Fernando le susurró mientras ella le besaba el cuello. "Más que nunca, más que siempre." Fernando y Lety se entregaron profundamente al amor que los rodeaba hasta quedar profundamente dormidos, enredados entre las sabanas, completamente convencidos que no había felicidad más pura que la estaban disfrutando.

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La Fea Más Bella: Y Llegaste Tú
RomanceTodos hemos escuchado la historia de la secretaria que se enamora de su apuesto jefe. Leticia Padilla Solís es una mujer muy inteligente pero muy fea que nunca ha tenido suerte en el amor. Ella que llega a trabajar a una empresa donde el valor de un...