El linaje Black persistirá con la llegada de Ephraim Black, el pequeño hijo de Jacob Black. Un auténtico varón quien ha llegado para salvar el linaje Black y quien lleva el mismo nombre que el antiguo jefe de la tribu, en su honor. Él es su legado...
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La casa Cullen se encontraba mas ruidosa que de costumbre, en cada espacio se podía sentir casi tangible la tensión. Afuera, cada vampiro a excepción de Carlisle, se encontraban en posición defensiva mirando al frente con Alice en total alerta y concentrada en sus visiones, esperando a no sus muy deseados invitados. El patriarca continuaba en la habitación moviéndose de forma sobrehumana atendiendo a Zendaya, quien parecía estar reponiéndose, aunque aún no despertaba.
Jacob irrumpió en la casa sorpresivamente, azotando cada paso que daba, incrédulo a la situación. Cuando entro a la habitación, Carlisle simplemente asintió.
—Estará bien, le aplique analgésicos. Parecen ser únicamente heridas superficiales.
Jacob soltó una risa sarcástica apenas audible.
—Debemos ir afuera, ya están por llegar —sugirió el vampiro.
Jacob ignoro al médico mientras se acercaba con lentitud en dirección a la cama en donde la humana dormía. Una pesadez le sucumbió en el pecho al verla postrada ahí, su rostro tenía tantos raspones que apenas podía verle la comisura de sus labios y ojos, tenia moretones en los brazos y su nariz parecía hinchada. Oprimió los labios con fuerza mientras sus ojos reflejaban profunda tristeza, su cabeza no podía pensar en otra cosa pues la culpa lo sucumbía, se sentía tan responsable por todo lo que había pasado.
—Jacob... —susurro Carlisle en su dirección. —Te necesitamos...
El aludido resoplo.
—Temí que este día llegará... Sam no querrá escucharme.
—Debemos intentarlo... —añadió esperanzado.
—No lo hará. Créeme, lo sé... Están buscando pelea, mejor prepárense.
Carlisle lo miro afligido, negó ligeramente.
—Tiene que haber otra manera.
Añadió con firmeza el de tez pálida antes de salir de la habitación dando un portazo. Su oído agudizado escucho cuando Renesmee e Isabella llegaron a la residencia. El licántropo se limitó a tomar la mano de Zendaya y acariciarla suavemente con su pulgar.
—Creo que me tomo mucho tiempo entender a que te referías cuando decías que estar cerca de mi solamente terminaría destruyéndote... Creo que es momento de afrontar las consecuencias de mis decisiones y morir hoy es lo menos que merezco, pero si sobrevivo, te prometo que voy a dejar que seas feliz, aún eso implique que tenga que perderlos a ambos.
Deposito un melancólico beso en la frente de Zendaya y salió de la habitación a paso lento. Cuando la puerta se cerró de un portazo, simultáneamente la humana abrió los ojos. Se removió confundida en su sitio, llevándose las manos a la cabeza por el dolor. Lentamente fue sentándose, tratando de no emitir quejido alguno mientras intentaba recordar que había pasado exactamente.
