Prólogo

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El primer amor no necesariamente es aquella primer persona en la que nos fijamos, no es nuestra primer pareja y tampoco es nuestro primer beso, sino es aquel que nos marca para toda la vida; es ese que así pasen los años no podemos olvidar; es ese que nos enseñó a amar y a ser amado.

El primer amor puede llegar a cualquier edad, en la adolescencia, en la adultez, incluso en la vejez, y aunque muchos no lo crean, puede llegar hasta en nuestra infancia, como fue mi caso.

Antes de juzgar diciendo que los niños no se pueden enamorar, lee mi historia y entenderás el por qué Alexis García fue, es y siempre será: mi primer amor.
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Año 2009.

Estoy con mis dos mejores amigas: Brianda y Daniela. Ellas hablan de niños, de maquillajes y del primer beso, cosas que a mí a mis 9 años aun no me interesan. Solo hago como que las escucho, pero en realidad no es así. Solo dibujo garabatos en mi libreta, como siempre.

-Buenas tardes, niños -dice el profesor, entrando al aula.

Detrás de él también entraran un grupo de compañeros que, supongo, son nuevos porque no los he visto antes.

En la fila de al lado en la que estoy, se sienta un niño que, ante mis ojos, es realmente perfecto: ojos cafés, cabello negro, piel blanca, medio gordito, pero eso no le quita lo lindo. También trae un reloj en su muñeca y una sudadera azul marido.

Normalmente no siento esto, pero en verdad no puedo dejar de verlo, es muy guapo. Me doy cuenta de que él se cuenta de que lo estoy viendo porque me sonríe, pero como yo soy una niña muy tímida y nerviosa, volteo a otro lado, disimulando que no lo estaba viendo.

Después de unos minutos, el profesor se levanta de su silla y les dice a los compañeros nuevos que se presenten ante la clase, diciendo su nombre y algo que les guste mucho hacer. Los compañeros se van presentado uno a uno, hasta que llega el turno de ese niño que yo considero lindo.

-Mi nombre es Alexis Garcia, pero todos me dicen Alex. Lo que me gusta hacer es jugar fútbol -dice aquel niño del cual ya sé su nombre.

Las clases van pasando muy lento, y más para mí que nunca me he destacado por ser una niña estudiosa ni aplicada; las matemáticas, la historia, la geografía y todas las materias en sí, sinceramente no son muy lo mío. Aunque hoy las clases no me parecen tan aburridas como siempre, ya que tengo una motivación para estar ahí; sí, estoy hablando de él, de ese niño de nombre "Alex" al cual no dejo de ver. Él ni cuenta se da de que yo lo estoy viendo, pero aún así lo veo porque cada que lo hago siento como mariposas en mi estómago. Es una sensación tan bonita, algo que no he sentido con algún otro niño.

Quiero hablarle, quiero saber más cosas sobre él, quiero preguntarle cual es su comida favorita, su color favorito, su caricatura favorita, etc. Pero no me animo a hablarle, ni siquiera me animo a cruzar mirada con él.

¿Por qué tengo qué tener esta forma tan timida y nerviosa de ser? ¡¿Por qué?!

En lo que estoy pensando en si hablarle o no, Brianda y Daniela se acercan a ese niño y comienzan a hacerle plática, se ríen con él y él con ellas, y yo solo estoy ahí, viendo todo.

Brianda y Daniela son niñas muy bonitas y simpáticas. ¿Yo? Bueno, yo solo soy la niña callada, tímida, nerviosa, tonta, fea y burra del salón. Es obvio que nadie, y mucho menos ese niño, va a fijarse en mí.

Durante el resto de los días y semanas, no me he atrevido a hablarle ni siquiera para pedirle la hora a Alex, pero Brianda y Daniela sí. No son amigos como tal, ya que Alex hizo amigos y juega con ellos futbol en todos los recreos, y Brianda y Daniela siguen juntándose conmigo, pero durante las clases se hablan, ríen y se cuentan varias cosas. Yo solo los veo de reojo mientras finjo estudiar o dibujar garabatos en mis libretas.

Los días pasan, y yo solo veo a Alex a lo lejos: en el salón, en el recreo, cuando mi transporte pasa por su casa, e incluso voy a las canchas de la escuela para verlo jugar fútbol. Literalmente las canchas se volvieron mi lugar favorito, ya que desde ahí puedo verlo y admirarlo, sin que nadie se de cuenta o sospeche de ello.

Mis amigas a veces están conmigo en las canchas, pero ellas no sospechan para nada que me gusta Alex, ya que lo he ocultado muy bien; cuando me hablan de él, siempre les digo que no me cae bien y que me parece algo "creído" y "feo", son mentiras, pero no puedo y ni quiero decirle a nadie la verdad de mis sentimientos por un niño que ni siquiera nota mi existencia.

En clase el profesor nos indica que nos juntemos en parejas para hacer un trabajo. Brianda y Daniela se juntan, dejándome a mí a fuera. Como a nadie le caigo bien, nadie quiere juntarse conmigo. Me daba vergüenzade estar yo sola.

-¿Por qué no te juntas con nadie, Cecy? -me pregunta el profesor.

-P-porque sabe q-que nadie quiere juntarse conmigo, profe -digo nerviosa y con mi mirada en el piso.

-¡Alexis!-el profesor le habla a Alex, quien está en la fila de al lado.

Alex se levanta y va con nosotros. Yo bajo mi mirada ya que el tan solo de tenerlo cerca, me pone nerviosa.

-¿Qué sucede, profe? -pregunta Alex, llegando.

-Ya que tú también estás solo, juntate con Cecy, ¿te parece?

-Con gusto -asiente.

El profesor se retira, y Alex regresa a su lugar por sus cosas, acerca un pupitre al mío y se sienta justo a mi lado.

No puedo verlo, no puedo soltar palabra alguna delate de él.

-¿Te llamas Cecy? -me pregunta.

-S-sí -asiento.

-¿Y qué te gusta hacer?

-Nada -contesto de manera muy cortante, estoy muy nerviosa.

-No hablas mucho, ¿verdad?

-No me gusta hablar casi.

-Bueno, pero... hay que hacer el trabajo, ¿no crees?

Comenzamos a hacer ese trabajo, pero no juntos porque ninguno de los dos habla para nada.

Cuando las clases al fin llegan a su fin, sin decirle nada a él, me levanto y salgo corriendo. Mis amigas corren detrás de mí.

-Cecy, ¿qué es lo que te pasa? -pregunta mi amiga Brianda.

-No me pasa nada -contesto mientras sigo mi camino.

-No te cae bien Alexis, ¿verdad? -pregunta Daniela.

-No -niego con la cabeza -M-me parece un niño muy creído.

-Es agradable cuando lo conoces -me dice Brianda.

-Pues a mí no me agrada para nada -salgo corriendo de ahí para ir a mi casa.

Esa fue la primera y única vez que hablé con Alex, al menos sí en 4to°

Lo que sentía por Alex cada vez crecía más y más, pero no podía decirle a nadie, no quería que se burlaran de mí por decir que me gustaba alguien que no me correspondía.

Y ahí estaba yo, callando lo que sentía, llorando cada noche porque ni siquiera me atrevía a hablarle, pero mirándolo y admirandolo cada que jugaba fútbol, viéndolo cuando estaba distraído, cuando sacudía su cabello, cuando llevaba esa sudadera azul marino que la llevaba casi a diario, e incluso salía de mi casa más temprano que antes, solo para verlo caminar a la escuela mientras yo iba en el transporte, eran solo unos segundos ya que el transporte avanzaba rápido, pero esos segundos que lo veían me transmitían tanta felicidad.

Así pasé todo el 4to°, enamorada en secreto de un niño con el que ni siquiera hablaba, pero eso cambiaría al pasar al 5to°...

Mi Primer Amor©✔ Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora