ocho.

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Murcia, España, octubre 2018.

Oriana Pérez. 

entro a mi casa, y veo a Victoria sentada en el sofá, corro hacia ella para esconderme en su pecho, y llorar para bajar el dolor de la noticia que me trajo hasta acá, mi amiga pasa su mano por mi cabello tratando de darme calma. 

— ¿cómo pasó todo? —dije viendo a mi hermano.

—salieron a cenar, yo saldría con Victoria, pero cuando estábamos llegando al restaurante me llamaron me dijeron que estaban en el hospital, cuando... —su voz se cortó, y se quedó en silencio, me levanté de mi lugar y lo abracé, en este momento nos necesitábamos más que nuca.

—cuando llegamos al hospital nos informaron que fallecieron debido al fuerte impacto que tuvieron, perdieron muchísima sangre —decía Vicky mientras nos abrazaba— lo siento muchísimo mis niños. 

no tenía palabras para describir el vacío que estaba quedando en mi vida, de un día para otro me había quedado sin papás, y lo que más me duele es que no pude abrazarlos en el último año porque estaba sumergida en mis estudios, tampoco sabía que la última vez que los abracé, iba a ser la última.

me quedo sentada en el sofá mientras veo hacia la foto familiar que hay en una pequeña, la tomaron el día que me iba para Italia, y al lado había una en la que estaba en medio de vicky y de ginés, ambos abrazados a mí. Parece que este viaje a Italia no me dejó apreciar a las personas que amaba, como debía.

salgo de mi trance cuando la castaña se sienta a mi lado, y me da una sonrisa de apoyo mientras me entrega una taza de café, sonrió sin mostrar los dientes, y recibo la taza, el reloj de la pared blanca marca las 2:33 am.

—¿cómo está Ginés? —digo mientras me quedo viendo el líquido de mi taza.

—¿no sabes nada de Ginés? —me dice y yo niego— ¿no crees que lo mejor sea que él mismo sea quien te cuente qué ha pasado con su vida?

—me gustaría, pero no creo que se pueda, él mismo me quiso sacar de su vida, y yo no pienso volver —digo mientras suspiro— no hasta que él me lo pida. 

—ustedes encajan demasiado bien —dice con una sonrisa— se conocen demasiado. 

—no creo que actualmente así, tú me conoces porque no perdimos comunicación, pero yo he cambiado, y no dudo en que él igual, ahora debe ser algún poeta, o esté en la universidad, no lo sé, pero solo espero que esté bien, yo aún lo recuerdo con cariño —digo y dejo que se escape una sonrisa— y creo que jamás podrá decepcionarme, 

—espero que jamás te haga daño ese roñoso —dice y yo río— o yo misma lo cagaré a palos, por ahora ve a descansar nena, sé que no está siendo fácil, pero trata de dormir un poco, mañana necesitarás fuerzas. —deja un beso en mi frente, le doy un abrazo, y me levanto para ir a darme una ducha.

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estábamos en el cementerio, estaba abrazada a mi hermano, mientras él recostaba su mejilla en mi cabeza, las lágrimas bañaban el rostro de ambos, mientras el padre hablaba, aún no procesaba la idea de que nunca más veré a mis padres, de que nunca más me darán un abrazo, de que no me verán graduarme de mi carrera universitaria, no me verán cumplir mi sueño, mi promesa.

— no me verán en mi graduación —digo en medio de sollozos. Mi hermano me abraza con fuerza.

—la mejor forma de honrar su nombre será logrando tu sueño —dice mientras pasa su mano por mi cabello— no dejes que nadie se interponga. 

veo a la familia Paredes acercarse, y nos dan un cálido abrazo, los señores Paredes junto con Paco y Jimena, pero, Ginés no está, no vino, su ausencia me deja un mal sabor, me duele y me decepciona. Después de recibir apoyo de parte de la familia vecina, se quedan a nuestro lado, mientras observamos como las ataúdes van ingresando al hueco, siendo ésta la despedida definitiva.

sueños interpuestos ; walls. Where stories live. Discover now