veintiuno.

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Murcia, España, diciembre 2018.

Oriana Pérez.

mi vista se siente cansada debido al esfuerzo visual que estoy ejerciendo, desde hace alrededor de cuatro horas que estoy sentada leyendo, subrayando y anotando cosas en mi cuaderno, me concentro totalmente en mi próximo parcial, lo que me motiva es saber que después de los exámenes podré descansar. Echo mi cabeza hacia atrás y rasco mis ojos, necesito darme un descanso de al menos cinco minutos. 

mi teléfono suena y enciende su pantalla haciéndome saber que hay mensajes nuevos, enciendo la pantalla y el primer mensaje que aparece es el de mi vecino, suspiro y desbloqueo la pantalla para ver el contenido del mensaje, tenía tres mensajes nuevos de su parte.

supernova.
este es link de mi nuevo tema, realmente quiero que 
lo escuches, es importante, espero que lo te guste mucho
fue escrito con sentimientos reales y miles de sensaciones.

te espero en el patio de mi casa, un abrazo astrea.

el último mensaje era el link de su nuevo tema, aparentemente tenía vídeo, entro al link y concentro mi atención en la pantalla. Aparentemente es el escenario de un teatro, aunque no estoy segura, hay una silla sola y al lado una guitarra, el rubio entra en el cuadro y se sienta en el banco, y toma la guitarra para hacer sonar sus cuerdas y cantar.

no iba a mentir, el sonido de su voz le dio un vuelco a mi débil corazón, no podía evitarlo, hay cosas que no sé controlar, es una escena a la que mis sentimientos no son resistentes, y se alteran, y nadie sabe controlar sus sentimientos. Presto atención a la letra, apreciado cada estrofa cantada y escrita por el rubio, una parte de mí se siente un poco feliz, porque esto suena más a mi Ginés y no a walls.

la canción entera me gritaba "¡NOSOTROS!" pero mi interior me decía que no somos tan relevantes en la vida del chico del frente como para ser motivo de una canción, pero la espina estaba, algo me lo decía, y ese pequeño instinto me dice que no deje creer en que esta canción es nuestra. Mi pensar toma fuerza cuando suena la siguiente estrofa.

"De fiarme entre tus dudas, de derretirte en mil por qués
de retinas  impregnadas por cada pérdida de fe
de perdón entre baladas, de si sales, llámame
de vivir buscando siempre el mismo brazo cuando alguno vuelve a caerPorque así somos los dos, tal cual no te lo han contado
un conjunto de opiniones y propósitos frustrados
porque así somos los dos, que me maten si cambiamos
que me maten si te cambian, si te marchas de mi lado"

y me dejó claro, que si mi pensar es correcto, hay sentimientos mutuos, y que ambos sabemos que alejarnos completamente del otro sería matar una parte del otro, no teníamos la conexión de antes, pero seguíamos dependiendo del otro, dependiendo del cómo está, era una pequeña relación tóxica. 

me saco los cascos cuando la canción acaba, con mis mejillas mojadas, y con sentimientos encontrados, por más que me haga la fuerte, soy consciente de que el de los ojos verdes es mi debilidad, mi criptonita, mi delirio más grande. Lo extraño. 

el reloj de mi muñeca marca las 00:15, me pongo un buzo que me regaló Pablo, y tomó mi teléfono, me coloco mis zapatos y en silencio bajo las gradas de mi casa, veo que las luces están apagadas, salgo de mi casa, y cruzo la calle, conforme me voy acercando logro ver la silueta del rubio, está sentado sobre una manta bajo el árbol, y puedo ver como esboza una sonrisa al verme llegar.

— hola —digo y él sonríe.

— hola —responde— toma asiento, puse una manta para que no te piquen los bichos —dice y yo sonrío y me siento a su lado como un indio— creí que no vendrías.

—después de escuchar esa canción, me resulta necesario verte para despejar dudas —respondo y él asiente.

—sí, es para ti, es nuestra —dice, alzo mi vista y me quedo mirando hacia el cielo.

—gracias, gracias por eso, me halaga haber sido inspiración para uno de tus temas. —respondo.

—Ori, ¿cómo estamos? —dice y yo ladeo mi cabeza— ¿cómo estamos nosotros, estamos bien, estamos mal? 

—no lo sé Ginés, no lo sé, estamos bien cuando estás aquí, lejos de cámaras y seguidores, pero cuando estás frente a todas esas cosas, eres distinto —digo y él asiente— no te pido que dejes tu carrera, jamás te pediría eso, solo que yo no estoy acostumbrada a eso, ni tampoco soy fanática de la actitud de walls.

—quiero que sepas que eres la astrea de Ginés y de Walls, porque formas parte de la vida de ambos, aunque no lo creas —dice y yo sonrío.

—me alegra saber eso, aunque walls debería saber que no me agrada. —respondo y él suelta una pequeña risita. Nos quedamos en silencio viendo hacia el cielo, dejando que el frío se implante en mis manos y piernas.

—Oriana, yo no pido que nos entendamos, veo que es complicado —habla— y aunque es lo quiero, por ahora solo te pido que estemos en paz, ¿cuándo estaremos en paz?

—cuando la vida lo demande. —respondo.

—¿y cuándo lo demandará la vida?

 —no lo sé, no lo sé, por ahora ve a descansar —le digo— buenas noches, supernova.  me levanto del suelo, él me mira con una sonrisa cabizbaja, y se levanta de su lugar quedando frente a mí, dejo un beso en su mejilla y me doy la vuelta.

cruzo la calle y me detengo frente a la puerta de mi casa, con el mayor sigilo abro la puerta y la cierro, doy algunos pasos para subir las gradas e ir a mi habitación pero las luces se encienden, me encojo entre hombros y espero a que hable.

—¿dónde andabas?

sueños interpuestos ; walls. Where stories live. Discover now