Punto de partida

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Pocas cosas son tan dolorosas o tan contundentes como un sueño roto.

Un pequeño niño de cuatro años, peliverde y pecoso aún recordaba las exactas palabras que rompieron todas y cada una de sus esperanzas:

-Mejor rindete niño, no posees un quirk.- Tan cínicamente cómo cualquier médico de oficio podría decirlo, esas palabras fueron un balde de agua helada para el pequeño izuku.

Sólo estaba sentado en el silencio de la habitación, en frente de su monitor. Atonito, tratando de convencerse de que esas palabras no eran verdad, no podían serlo, el es el más grande fan de los héroes, no debería ser posible que el más grande fan de los héroes no tenga un quirk.

El ni siquiera notó el momento en el que sus lágrimas comenzaron a salir, o el momento en el que su madre lo comenzó a abrazar entre lágrimas diciéndole que lo siente una y otra vez.

Cuando tus sueños se destrozan y no te queda ninguna esperanza... Nada podría ser peor... ¿Verdad?
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Esa misma noche, después de que su madre lo arropara y le diera un beso de buenas noches, cuando estaba por quedarse dormido, ocurrió la peor cosa que jamás le hubiera pasado. Ni siquiera su sueño roto fué algo tan devastador cómo éso.

Escuchó un ruido, que sólo podría recordarle al viento de un tornado. El sonido se escuchaba en la sala común de su hogar, por lo que fué hacia allá.

Vió a su madre asustada en medio de un tornado de rayos rojos y verdes.

Inko parecía estar asustada, lloraba mientras gritaba algo que Izuku no podía entender, debido al ruido ocasionado por la tormenta que ocurría ahí.

De repente y sin siquiera darse cuenta de que ocurría. Izuku apareció en la puerta delantera de la casa de su amiga Mei.

Apenas reaccionando por la conmoción. Izuku tocó la puerta rápidamente y tratando de hacerlo lo más fuerte posible.

Pasaron pocos segundos y la señora Yotsuha Hatsume le abrió la puerta, extrañada de ver al amigo de su hija agitado y espantado tocando la puerta de esa forma.

-¡Mi mamá! ¡Está en casa con esa tormenta rara!- Izuku gritó desesperadamente.

Antes de poder decir otra cosa, se escuchan las sirenas de un grupo de patrullas que se dirigen hacia la casa de Izuku. El grupo se detuvo delante de la casa de la familia Hatsume.

Un oficial bajo de una de las patrullas y se dirigió hacia la señora Hatsume.

-Buenas noches señorita Hatsume, venimos a recoger a su esposo.- Dijo el oficial a la señora haciendo una reverencia rápida. Mientras ésto ocurría, el señor Akira Hatsume estaba saliendo de su hogar rápidamente y con su vestimenta de detective.

Vió a su esposa junto con Izuku, se agachó a la altura del niño y le dijo que todo iba a salir bien, lo de siempre.

-Sea lo que sea, trataremos de que tu mami salga bien. ¿Ok izuku?- Dijo el detective tratando de mantener las cosas tranquilas para el niño.

Luego se levantó rápidamente, mientras ordenaba a los oficiales que se apresuraran.

Subió a uno de los vehículos y partieron.

En el momento en el que arrancaron, Izuku salió corriendo hacia su hogar.

Ignorando todo a su alrededor, corrió hacia el edificio en el que vivía, corrió tan rápido cómo sus cortas piernas le permitían, adrenalina recorriendo cada vena y arteria de su cuerpo.

Pasados varios minutos. Izuku consiguió llegar a su edificio, pudo ver el disturbio ocasionado por las patrullas y ¿Una ambulancia?

Sintió un hueco en el estómago al ver a su madre sobre una camilla de hospital y siendo metida a una ambulancia.

El Velocista Esmeralda. [ Izuku Flash ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora